20 de agosto de 2011

GAMBIA: El mercado de Serekunda

La boda es dentro de dos días y todavía no tenemos los trajes así que nos acercamos al mercado de Serekunda en el minibús, como viene siendo habitual, y en seguida nos atascamos en el tráfico de siempre. Con este caos urbano no sé cómo la gente es tan simpática y sonríe. Hay que tener mucha paciencia o, más bien, otra filosofía de vida. Aquí no hay prisa, eso es un concepto occidental. Bien pensado, es una cualidad a admirar.
Cierro los ojos cuando llegamos a casa por la noche y sólo veo taxis y más taxis- comenta Ainhoa.
Así que lo mejor es ponerse a mirar por la ventanilla y disfrutar del choque cultural.

TENLLADO
Una de las imágenes más habituales es la de mujeres y niñas transportando cosas en la cabeza. Estoy hablando de cestas enormes de fruta, cajas con ropa, cubos de agua o bandejas con souvenirs de todo tipo. ¿Cómo pueden sostener tanto peso sin romperse el cuello? ¿Cómo pueden mantener el equilibrio desde tan pequeñas? Me alucina. Y también se ve a mucha gente haciendo autostop.
De vez en cuando suben al minibús chicos que no conocemos. No sabemos si son amigos del amigo del primo de Bakary o simples desconocidos, pero ellos parecen entenderse. De vez en cuando Morrow, su tío, baja para controlar sus negocios y luego sabe exactamente dónde esperarnos para volverse a subir. No debe ser difícil, sólo hay una carretera y estamos parados la mayor parte del tiempo; pero no deja de sorprenderme.
Nuestra primera parada es para cambiar dinero. Entramos en la oficina y en seguida nos sacan unas sillas de plástico para que nos sentemos a esperar. Bakary y Morrow negocian el precio del cambio euros-dálasis mientras nosotros casi nos dislocamos el cuello buscando el ángulo del ventilador. En la televisión hay unos dibujos animados estilo Walt Disney sobre la vida de Mahoma. Bakary negocia duramente esta vez, quiere sacarnos el cambio a buen precio. ¿Os imagináis en Barcelona regatear en un banco?
Si alguna vez compráis en un país africano sabed que lo vais a tener que regatear todo y no olvidéis cargaros de paciencia y de humildad. Os van a acosar hasta el punto de cogeros por el brazo y arrastraros hasta su tienda. Al menos eso pasa en Serekunda, donde hoy somos los únicos blancos.
Como podemos miramos unas telas y preguntamos precios. Sólo el hecho de preguntar, ya supone una odisea si finalmente decides irte para seguir mirando. Yo cojo un sombrero tipo Aladdin pero Bakary me dice que ya no se lleva, que es una cosa de gente vieja tradicional, como la boina en España (por buscar un símil rápido) y que a los jóvenes no les gusta. Y entonces me doy cuenta de que es una boda, no un carnaval y lo coloco en su sitio despacio con cierta tristeza.
Finalmente, decidimos comprar nuestros trajes ya hechos y tela sólo para los vestidos a medida de las chicas. Según parece los tendrán en menos de veinticuatro horas; Gambia, no problem.
De manera que entramos a una tienda de tres metros cuadrados en la que tres dependientes nos van enseñando trajes. Los colores son bastante chulos aunque yo los veo enormes.
Las tallas son así, luego les ponemos una cuerda y ya está nos traduce Bakary mientras otros dos vendedores de la tienda de al lado entran para ofrecernos camisetas de fútbol.
Todo es extraño. Las tallas son así pero en ese pantalón cabemos Álex, Roberto y yo en una sola pierna. De hecho, podríamos celebrar la boda dentro suyo pero Bakary ya está negociando el precio. Bakary dice que nunca hay que aceptar el primer precio que te dan porque "siempre quieren ganarte el dinero".
Mientras más vendedores siguen entrando con collares, pañuelos y pulseras, no veo el momento de pagar y salir de ahí. Pagaría por respirar en este momento, pero lo único que hago es dar las gracias a todos los que van llegando intentando así que se vayan.
Ahora me dicen que me lo pruebe. Son las dos de la tarde, me cae el sudor a chorros. ¿Alguna vez os habéis probado un traje en una tienda de tres metros cuadrados rodeados de once personas? Parece que intentamos batir algún tipo de récord. Encima un grupo de curiosos autóctonos se ha acercado a mirarnos porque se está convirtiendo en un gran show. Yo también me acercaría a mirar, debe ser dantesco desde fuera. Pero hoy me toca protagonizar, ¡qué lástima!
Cuando por fin llevo puesto el traje salgo a duras penas a la puerta para que lo vean las chicas y todos los que hay mirando me aplauden. Puede que no esperaran volverme a ver con vida.

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