30 de septiembre de 2007

LOS SUEÑOS DE EARLS STREET

MULA
Que no mienten tanto los poetas. Que sé lo que digo cuando hablo. Que como en inglés, bailo en francés y duermo en italiano. Que me enamoro del primero que pasa. Que mi instinto no se inventa lo que ve. Que son verdad los consejos de mi madre. Que no hay monstruos en mi armario. Que duermo acompañado. Que puedo pasear por Glasgow en manga corta como todos esos escoceses locos. Que mi sonrisa es sincera cuando elijo estar mal acompañado por miedo a quedarme solo. Que me baño en el verde de tus ojos. Que un beso vale más que mil palabras. Que dibujo en el cielo un corazón y borro las nubes negras con el codo. Que no me olvido de nadie; que todos se acuerdan de mí. Que no vuelvo nunca. Que viajo a la Luna en cohete y me la como. Que Glasgow es un patio de colegio y yo soy el mejor jugando a fútbol. Que no es una excusa, ni un capricho, ni una ilusión pasar la tarde contigo. Que entiendo todo cuando estoy en clase. Que nos lamemos el sudor del cuello y sabe a fresa y kiwi. Que nada me duele porque soy un hombre. Que el silencio no es tan denso y oscuro. Que me pongo una falda de cuadros sin nada debajo. Que no soy yo, ni nadie que se le parezca. Que la felicidad dura más de treinta minutos. Que me divorcio dos veces y critico a mi primera ex-mujer en una cena de negocios fumando un puro. Que no me da miedo la muerte. Que descubro que todo esto vale la pena y hacemos el amor para celebrarlo.

24 de septiembre de 2007

XESCA, 'MON AMOUR'

Es tiempo que reciba un homenaje
la musa del casado del tercero,
que lleva a Peter Pan el equipaje:
Xesca Romero.

La Maura del teatro de la esquina
que llena con su voz el mundo entero,
se lleva el cabaret a la oficina,
Xesca Romero.

Resaca del divorcio en el posparto
de pactos entre ideas de bombero,
alma mater del poso del infarto,
Xesca Romero.

Tan dentro de ti una copla suena
al día antitabaco de un mechero,
tan gata en celo, tan niña buena,
Xesca Romero.

Revierte en arte todo lo que toca,
Lorca renace de su tumba hetero
escuchando sus versos en tu boca,
Xesca Romero.

Adicta del desprecio a los espejos,
gobernanta en la escuela del salero,
castañuelas repican sin complejos,
Xesca Romero.

Me pones cuernos con Shakespeare, Sabina,
Calderón y, sin embargo, te quiero.
El sexo de una flor con gabardina,
Xesca Romero.

16 de septiembre de 2007

EARLS STREET

El primer día hizo sol. Debió ser un espejismo. Bajé del taxi y no sabía si estaba en California o en Barcelona, cualquier lugar excepto Escocia. Me recibieron unos erasmus italianos en la puerta del hostal tan eufóricos y desconcertados como yo, y me llevaron a ver el barrio. En menos de quince minutos de haber llegado ya estaba tomando una pinta de Kronenbourg y viendo un partido de rugby en un pub escocés rodeado de alemanes. Hay erasmus por todas partes. En el primer meeting de bienvenida en la universidad, nos informaron que se han matriculado más de trescientos alumnos extranjeros este curso. Eso fue una alegría al principio, y disfruté de las fiestas, pero en seguida me di cuenta que trescientas personas buscando piso al mismo tiempo es una competencia de alto riesgo.

La lucha ha sido encarnizada. Han habido patadas bajas y codazos en el ojo, pero finalmente, tras una semana, todos parecen haber conseguido un alojamiento. Yo he sido de los más afortunados. Vivo en un piso nuevo de dos habitaciones con una Polaca. Tenemos televisión y lavavajillas. Ella es muy limpia y nunca está en casa. Me siento muy feliz, sobretodo cuando veo los pisos de mis compañeros viejos, sucios y llenos de gente rara que viene y va y cocina y caga contigo.

Mi barrio se llama Particks y está a quince minutos de la Universidad de Glasgow que, por cierto, es preciosa. Una especie de castillo-iglesia. Por supuesto, los estudiantes de filosofía estamos relegados a un barracón a parte con poco del encanto del edificio central. Pero no me quejo, porque no puedo moverme del frío. Sin embargo, me congratula también comunicaros que aquí los alquileres son muy bajos comparados con Londres, y con lo que gané en el hotel, voy a poder pasar una temporadita sin trabajar. ¡Qué feliz soy!

9 de septiembre de 2007

OUT OF ORDER

Entra un norteamericano borracho, sudado y despeinado; rojo como un guiri de la Costa Brava; pelo rubio oxigenado. Se dirije directo hacia mí y me pide dinero. Dice que tiene que pagar un taxi, que es un huésped. Le digo que no puedo darle efectivo. Me dice que lo cargue a su habitación. Le digo que no es posible. Me dice que se lo cobre de la targeta de crédito y se lo dé. Le digo que no, de nuevo. El yanky se desespera, se aparta el pelo mojado de la cara. Me mira con odio. Me pregunta por un cajero automático y yo levanto las cejas. Saco de debajo del mostrador una guía de Londres a lo que él responde escupiéndome un par de gritos entre incontables fucking cosas y puñetazos en la mesa y patadas al mostrador. Yo no hago nada y el tío se va y se mete en el ascensor.

POLYGRAM FILMS

Aparece un negro enorme. Tan grande que entra por la puerta principal de lado. Se acerca hacia mí enfadado, yo sonrío. Me dice que el tío de los puñetazos le debe dinero. Empiezo a dudar de que tal gorila sea realmente un taxista. "Imposible que quepa en un coche", pienso. Entonces, me pide con la amabilidad del mejor mafioso el número de habitación del individuo en cuestión. Le digo que no puedo decírselo. Pone las manos sobre el mostrador. Tiene un gran anillo de oro a juego con uno de sus dientes. Su nariz aletea como un tiburón. Shaquille O'Neal no me daría más miedo.

Un golpe seco me salva la vida. Se oyen gritos en el interior del ascensor. Me acerco para ver qué pasa: el americano se ha quedado encerrado dentro. Golpea las puertas tan fuerte que creo que va tirar el hotel abajo. Grita desesperado, temo que despierte a todos los huéspedes. Subo arriba y trato inútilmente de abrirle, después lo intento desde abajo. Intento comunicarme con el rubio que me insulta repetidamente y me dice que le saque de ahí. El taxista se ríe maliciosamente y espera. Da más miedo que cuando está serio.

"Muy bien, se acabó. ¡Qué vengan los bomberos!". Marco el teléfono de urgencias mientras me pregunto cómo se dice "tío loco atrapado en un ascensor" en inglés. Consigo que la telefonista me entienda y el cuerpo de bomberos llega antes de que a los dos sujetos se les acabe el repertorio de insultos que se están intercambiando. En un abrir y cerrar de ojos, sacan al tío de ahí y de repente todo el mundo habla a la vez y yo no me entero de nada. Un silencio. Todos me miran. ¿Tengo que decir algo? ¿Se supone que yo estoy al mando o algo por el estilo? ¿Qué coño estaba diciendo todo el mundo? El ambiente parece tenso. Esperan que hable, así que le doy las gracias a los bomberos y le digo al taxista que sea tan amable de acompañar al caballero a un cajero automático para que pueda pagarle. Todos salen del hotel y yo me derrumbo sobre el sofá del hall.

Cuando el americano vuelve, me grita de nuevo, culpa al hotel de su torpeza y me increpa por no poner ningún aviso para que los demás huespedes no suban al ascensor que obviamente ya no funciona. Levanto el cartel que estoy escribiendo para que pueda leerlo: "Out of Order". Me muerdo la lengua, pero pienso: "¿No crees usted que luciría muy bien uno de estos avisos en su cabeza?".

Mañana es mi última noche en este hotel y en Londres. Este es mi último post sobre el tema, que ya ha dado más de sí de lo a uno le gustaría. Gracias por aguantarlo. La próxima será desde Glasgow.