"Ya podría estar ardiendo todo este sistema eléctrico que yo no podría ni abrir el grifo de la cocina sin rellenar el impreso 27B/6" (Brazil, Terry Gilliam)
Hay muchas cosas horribles que la gente hace por dinero. Una de las peores: trabajar. Todo el mundo tiene un precio. Lo más lamentable, en mi caso, es que como teleoperador ese "precio" es bastante bajo y encima te insultan por teléfono. He vuelto a las andadas. Después de hundir la sanidad pública en la más profunda inoperancia los fines de semana, entre infojobs y yo hemos acordado encomendarme la misión de acabar ahora de una vez por todas con el sistema eléctrico catalano-aragonés. Supongo que no será difícil tal y como están las cosas, aunque tardaré a superar lo del apagón del año pasado. I'll do my best!
Sí, señoras y señores: una vez más al mando de todos vuestros datos confidenciales. Culpen a quien me ha contratado. Una vez más encarno el papel de majete incompetente que no te resuelve nada pero te torea bien. Esa clase de tipo al que odio con ganas cuando llamo como usuario a cualquier tipo de servicio. Ese que te deja en espera oyendo música y no te ayuda y tienes que llamar otro día. Ese ser detestable y robótico es mi particular Mr. Hyde que protesta contra un trabajo basura que odia pero necesita. Alguien que odio pero soy. Salto al otro lado. El odio al final se convierte en deseo de ser odiado. En mi trabajo es muy fácil.
La verdad es que no es para tanto, pero tengo tendencia a exagerar para divertirme. Ni odio tanto mi trabajo, ni a mí mismo, ni soy tan incopetente. No es un trabajo duro, pero sí complicado y muy aburrido. Es difícil aprender todas esas metodologías que en realidad te importan un pito. No me gustan los cursillos de adiestramiento que te hacen hacer para memorizar el funcionamiento interno de la empresa. No quiero más formación, oiga, póngame en un teléfono y déjeme en paz. Hoy ha llamado una mujer pidiendo precisamente eso: que la dejásemos en paz. Que no quería recibir más cartas. Ni de nosotros ni de nadie. Que no quería cartas. Que era una mujer mayor y no podía defenderse. Pues sí, señora, con toda la razón. Hay veces que no apetece formar parte del sistema, sobretodo cuando ves cómo de verdad funcionan las cosas. Cuando por fin te das cuenta de lo que va todo esto, lo que te apetece es perderte por ahí y que te dejen en paz.
Esto es un enlace con una escena de la película Brazil de Terry Gilliam. Realmente así veo yo mi empresa; seguro que muchos de vosotros veis igual las vuestras. ¡Qué risa!
Click here: "Ministerio de Información"