I
Micrófono
de pluma y lentejuela,
palíndromo
de risa, escaparate
de
prejuicios de locos de remate,
temperamento
de telenovela.
Murciano
(nadie es perfecto) erudito,
áspero,
tierno, liberal, esquivo,
cálido,
ingenuo, frugal, excesivo,
afable
versión glam de El Principito.
Las
ciudades de imán de su nevera
le
sirven de recuerdo y desenlace
de
escenarios de bar de carretera.
Si
no pides disculpas, no perdona.
Si
le toca hacer el tonto, se lo hace
por
el caché del coño de Madonna.
II
Del
cajón de los títeres, fugado,
lo
conocí en la esquina de un espejo,
con
la torpe cautela en su cortejo
de
los artistas que aman demasiado.
Esa barba de tres días radiante
de la que aojado quedé sin remedio
es mi vicio, mi morada, mi asedio;
y mi pesar, al lado, un figurante.
Que
no empañe la vida la vileza
de papanatas, tercos y cretinos.
Tenemos
nuestros sueños, la certeza
de
tu suerte sobre mi piel escrita,
un
futuro de instantes repentinos,
de
playmobils y pizza margarita.
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