DOCTOR: Usted nada. No está licenciado en medicina.
(Monty Python, El Sentido de la Vida)
A nadie le gusta ir al médico. A mí tampoco. La gente dice que porque al médico se va cuando estás enfermo y a nadie le gusta estar enfermo. Yo soy el primero que odia estar malo, de hecho tengo un miedo más o menos incontrolable a que me encuentren un cáncer cada vez que me duele algo. Sin embargo, yo creo que no nos gusta ir al médico porque realmente no nos curan. Mi doctora de cabecera es muy agradable, pero no me toca. Y no se puede curar sin tocar. Me pregunta desde detrás de su ordenador, a veces ni me mira.
—A veces no hace falta tocar —dice mi madre.
Pero el cuerpo tiene un lenguaje. Los médicos tendrían que tocarlo y saber cómo hacerlo. Al tacto se le da un sentido sexual o de dominio, pero pocas veces se ve como transmisor de conceptos o verdades. En el cuerpo tenemos nuestro inconsciente. Pero eso no sale en las radiografías.
Tengo problemas con la orina, así que mi doctora me dio un bote para que meara en él desde la distancia que le proporciona su mesa. Una vez llené el tarrito, ella y otra enfermera lo pasearon arriba y abajo analizándolo y escribiendo cosas en él delante de mis narices. Hablaban de mi orina en términos científicos y sacaban conclusiones poco comprensibles para los profanos. Se comportaban como si estuvieran solas.
—Es posible que tenga usted piedras en el riñón.
Me mandaron a hacerme una ecografía. Tuve que ir a una clínica del centro, entrar a una habitación sin ventanas y tumbarme en una camilla boca arriba con la panza al aire. Estuve cinco minutos solo, estirado, con la camiseta levantada. ¿Se habían olvidado de mí? De repente, entró un doctor diciendo "buenos días" como quien tose y sin previo aviso me tiró un chorro helado de vaselina sobre el estómago totalmente a traición. De la impresión, casi se me caen las gafas. Se puso unos guantes y con un lector de código de barras del supermercado, recorrió mi vientre sin preguntarme ni el nombre. Vio en un monitor lo que no ha visto ni mi madre y se marchó diciéndome "límpiate" como, supongo, le dicen las putas a sus clientes.
Con la ecografía en la mano, mi doctora de cabecera me dijo que efectivamente tenía piedras. Miró y tocó la ecografía con respeto y cuidado. ¡Quién fuera ecografía! El caso es que para entonces yo ya sabía que tenía piedras porque había meado varias en todos esos días de lapsus. Salí de la consulta sin haber sido tocado en absoluto y con una cita para el urólogo ya que, según la doctora, una de las piedras es grande y había que valorarla.
A mí urólogo me suena a meterte el dedo por el culo. Pero Álex dice que los urólogos son más de manosearte el miembro. En cualquier caso, no creo que sea el tipo de tocamientos que yo tanto anhelo. Con un poco de suerte, mearé las piedras antes de ir a ver al señor urólogo y, una vez más, me habré curado solo.
4 comentarios:
Me parece que el que te mete el dedo por el culo es el proctólogo, suena más a eso. O si está de baja lo hace un guardia civil de fronteras. El urólogo es el que te mete el dedo por la punta de la polla (por la uretra, para ser exactos). Lo digo para tranquilizarte.
Ah, que bien, me dejas mucho más tranquilo, gracias. Jajaja.
Bueno ya que estoy en partos, y en frente tengo a la fundacio puigvert (urologia y nefrologia)recomiendo venir aqui a quien tenga problemas de riñon y derivados. Por otra parte, en cuanto a la encuesta he votado por estudiar direccion teatral ya que conocemos a periodistas sin ejercer y que probablemente no ejerzan nunca, conocemos a psicologas que ejercen poco de esto y q mas q psicologas son psiquiatricas.¿magisterio? no te veo dando clases aunque serias buen profesor pero tal como estan los alumnos hoy en dia seria un trabajo peligroso. Por eliminacion la que resta. Saludos
¡Piedras en el riñón! Joder, lo siento... porque "tocamientos" a parte, eso duele mucho. Aún así, no hablas del dolor en tu post, lo cual me hace pensar que lo llevas mejor de lo que pensaba, que eres un valiente, o que realmente estás tan obsesionado en que te toque tu doctora que has podido olvidar cualquier atisbo de dolor... Bienvenidas sean las obsesiones nerviosas y urológicas.
Que te mejores, nen. Un abrazo.
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