Entrando al gimnasio, Chándal me pide que vuelva a escribir algo sobre nuestro día a día como parados. Quiere seguir manteniendo su anonimato pero prefiere que me refiera a él como Tirantes, ya que con su camiseta de tirantes, el sobrenombre resulta mucho más acorde con su aspecto actual. Yo me he olvidado el carné de socio, pero nos dejan pasar porque ya nos conocen de ir todas las mañanas. La recepcionista se sabe nuestro nombre y apellido. Tirantes se ha olvidado la toalla que nos obligan a llevar para estar en la sala de máquinas. Por el pasillo me dice:
—Tu blog se hunde. Tienes que dejar de escribir sobre las tonterías esas tuyas y hablar de cosas normales. Eso es lo que quiere leer la gente.
FOCUS |
Ir al gimnasio un día de diario por la mañana es interesante. La gente que te encuentras es como la cara B de la sociedad. Hay jubilados, monitores de fitness, algún ex-drogadicto en rehabilitación y también deportistas obsesionados que seguramente también están ahí por las tardes. Cuando te cruzas con alguien de tu edad, surge un cruce de miradas incrédulo. "¿Tú también estás en paro?", parecen decir. A Tirantes y a mí nos hace gracia un señor de edad y panza muy avanzadas que viene todos los días con la misma ropa y se esfuerza mucho levantando pesas sin parar como loco. Nunca le vemos subirse a las bicicletas, aunque no le hace falta ni moverse para sudar a chorros.
Tirantes pone excusas a la monitora por no traerse la toalla. Antes no nos hacía mucho caso pero desde que nos dio una rutina especial para nosotros, no nos quita ojo de encima. A Tirantes no le gusta nada la nueva rutina, prefería ir por libre. Pero la monitora siempre que nos ve haciendo cosas a nuestra manera, viene a reñirnos como si fuéramos niños pequeños. Así que lo que intentamos es hacer los ejercicios que nos gustan a escondidas, cuando no nos está mirando. Resulta bastante patético.
—Yo sé mucho más que la monitora, ¡dónde va a parar! —me dice Tirantes.
Últimamente hago media hora de elíptica después de la rutina, antes de irnos a casa. Pero Tirantes está en contra de esa máquina ya que considera que no sirve para nada. Dice que eso es una tontería y que estoy perdiendo el tiempo. Claro que él nunca hace ejercicio cardiovascular y la única vez que se puso a correr en la cinta se tuvo que bajar agotado a los dos minutos. Así que me rio y no le hago mucho caso.
Estos meses de rutinas y de mundo al revés (nada que hacer por las mañanas y demasiadas cosas por las tardes, cobrar sin trabajar, levantarme pronto para estudiar...) han acabado pareciéndome tan normales que es como si mi vida siempre hubiera sido así. No es fácil normalizar tanto desorden. Sin embargo, esta semana cobré mi último mes de paro. Llega el verano y empieza una nueva etapa. Y en septiembre todo será diferente. Ya no habrá chándal ni tirantes en mis mañanas de entre semana. Pero habrá otras cosas, supongo que más normales. O no, depende de quien las lea.
5 comentarios:
La normalidad no existe. Confundimos lo que son nuestras propias costumbres con ser normal, y miramos con sorpresa, curiosidad o rechazo aquello que resulta ajeno a nuestras vidas.Y si nuestras vidas no se consideran "dentro de lo normal", buscamos ese ejemplo de normalidad en la rutina que viven nuestros familiares y amigos "normales". ¡Por Dios! No nos obligues a leer cosas normales y déjanos seguir disfrutando y conociéndote mediante tus textos extraodinarios. ¿He dicho ya que te quiero? Pues eso!
Davi.
Tienes razón, guapa. Tú sí que eres extraordinaria, jeje. un beso.
Luego echarás de menos todo esto cuando estes estresado con muchas cosas y sobre todo con la rutina de un trabajo, asi que, aprovecha ahora.
Fffffffffffffffffffff
Me hace gracia lo de Tirantes, también podría llamarse Pelos o Gominas o Porros. Lo de la toalla parece habitual. La buena vida del paro ya se le acaba a algunos...
braaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaad!! lo siento Ivan, i didn't read this entry hi hi hi. Hope you are ok. Un besito muy forte !!
Publicar un comentario