4 de abril de 2011

CREACIONES INCONSCIENTES

Me despierto; pero no despertarme de verdad, sino como abrir los ojos dentro de un sueño y encontrarme una situación extraña como en una película de burgueses de Buñuel.

DALÍ
Me despierto y estoy en el diván de una consulta. Una joven psicoanalista está sentada junto a mí tomando notas. Es morena, con el pelo rizado, piel blanca. No es mi psicoanalista de la vida real. Tampoco se parece a ninguna mujer de mi vida que yo recuerde. Me resulta extraño. ¿Qué necesidad tengo de inventarme a nadie cuando conozco a tantas candidatas para el papel? Ya son ganas de ponerse creativo dormido y de madrugada.
La loquera me mira como si me hubiese interrumpido justo en medio de una íntima revelación, pero yo no tengo ni idea de lo que se supone que estaba diciendo. Saco un papel del bolsillo y escribo en él:
"Mañana me operan del riñón. Necesito descansar. No quiero que se repita".
La loquera toma la nota y la lee. Parece bastante maja para ser una creación inconsciente, después de todo.
Está bien me dice. Vamos a hacer una cosa. Yo te cobro la sesión y te dejo ir a jugar para que vuelvas ser un niño y así no perdemos más el tiempo.
Yo acepto y mi hermana, que de repente anda por ahí, me da la aprobación.
Así que bajo a la calle y es de noche. Los edificios son rascacielos y no hay nadie. Me siento sobre un montón de arena y empiezo a lanzarla por el aire. Me divierto muchísimo. En ese momento, aparece la jefa de Recursos Humanos de mi empresa. Esta vez, una persona real con la que apenas he hablado en mi vida y que me repugna especialmente.
Me pregunto qué pensaría esta mujer si supiera que ha aparecido en un sueño mío. ¿Qué pasaría si voy a su despacho una mañana y le digo: "Anoche soñé contigo"? Me lo pregunto y, al mismo tiempo, me trae sin cuidado.
El caso es que la tipa aparece ahí y me señala como si me hubieran descubierto. No sé qué tiene de malo jugar con arena en medio de la calle un domingo por la noche. Pero ella no duda en gritarme: "Estás despedido". Inmediatamente, experimento una felicidad que ni en mis más húmedos sueños.
De pronto estoy en una feria al lado del mar estilo Coney Island y es de día. Me dirijo hacia una gran noria y me acuerdo de cuando estuve en Brighton (Inglaterra).

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