16 de febrero de 2010

CARNAVAL, CARNAVAL

"Cuanto más te disfraces, más te parecerás a ti mismo" (José Saramago)


Voy disfrazado de sacerdote y una chica morena me grita precipitando sus labios demasiado cerca de mi oreja. Va disfrazada de algo con escote. Es Carnaval y San Valentín. O San Valentín y Carnaval según se mire. Yo soy más de Halloween y Sant Jordi así que me encuentro un poco fuera de lugar. Camisa negra, pantalón negro, zapatos negros, un alzacuellos, mi cubata de güisqui con cola y esta mujer que me enseña las encías riendo de un chiste que no he conseguido escuchar porque está sonando Grease y todos gritan.
¡He pecado, Padre!
Bueno, pues te absuelvo.
Le dibujo una cruz en el aire. Se ríe y se va.
Es curioso lo excitante que le resulta a la gente disfrazarse. A mí entre que me da igual y no me gusta. Yo ya me tengo que disfrazar para las obras de teatro así que tiene poco de aventura y novedad. Y disfrazado en una discoteca me acuerdo de cuando trabajaba haciendo animaciones en las Carpas de Vic y lugares así, vestido como un capullo y tratando de entretener a los borrachos. Eso te marca. Aunque pagaban bien.
Estamos en Los Piratas, en Clot. Como hemos llegado muy tarde, hemos tenido que pagar para entrar aunque vayamos disfrazados. Laz viene disfrazado de Axel Rose y su cuqui, de vaquera. El Colombiano va de vagabundo y su novia, de galleta. El Vaka se ha vestido de espartano y Chándal de Men in Black. Hay unos enormes corazones de porexpán colgando del techo. Chándal y el Vaka hablan con una misma rubia debajo de uno de ellos. Yo me pregunto qué tendrá que ver todo esto con las siete piernas de la Cuaresma y el miércoles de ceniza y otros recuerdos infantiles que me asaltan de pronto.
Me han preguntado que si voy de Pulp Fiction, ¿voy de Pulp Fiction?- me pregunta Chándal.
Yo voy disfrazado de sacerdote porque no me gusta pintarme la cara. Y me gusta ir cómodo y lo más elegante que pueda. Mi sentido del ridículo es proporcional a mi insipidez. Y porque no me he dedicado mucho tiempo a pensarlo. Y porque no me gusta llamar la atención, aunque al final me he pasado todo el rato escuchando las confesiones de la gente.
La noche ha avanzado deprisa y cada vez me siento más viejo. Empiezan a poner canciones petardas tipo La Chica Ye-Ye y ninguno de mis amigos ha conseguido ligar. Los corazones de porexpán se han ido rompiendo a lo largo de la velada en manos de propósitos traviesos. Los disfraces de la concurrencia se han desbaratado. Los que todavía no se han ido a dormir bailan desganados bajo un cielo de humo y los corazones rotos cual estrellas. Mis amigos me dicen: "Nos vamos". Me arranco el alzacuellos y lo dejo caer. Allí queda tirado mi disfraz, pisoteado sobre otros restos de disfraces y pedazos de vasos de cristal.

2 comentarios:

Olga Martínez dijo...

Eih! yo tb fui a piratas. Te ha faltado comentar el streaptease en medio de la sala de un cuarentón.

Un besazo!

Anónimo dijo...

Anda sí? jeje pues no nos vimos, había mucha gente. tampoco vi el striptease porque nos pillaba lejos y solo veiamos cabezas. Podías contar tu versión de la noche en tu blog ;) como una novela de relatos cruzados, je. Un beso.