15 de octubre de 2009

ÁRBOLES CAÍDOS

"Hoy, amor, como siempre, el diario no hablaba de ti... ni de mí" (El diario no hablaba de ti, Joaquín Sabina)

1. Un clásico acertijo filosófico sin respuesta de común acuerdo dice: "Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie para escucharlo, ¿hace ruido?". Las preguntas milenarias mejor no tratar de responderlas. En la Facultad de Filosofía no te enseñan mucho en general, pero una de las cosas que se pueden aprender es que las preguntas a veces importan más que las respuestas. Las preguntas abren. Eso me gusta. Por eso, en vez de resolver acertijos como éste, invento preguntas nuevas: "Si un árbol cae en el bosque y no hace ruido, ¿alguien lo escucha?".

2. Todas las mañanas tengo quince minutos de descanso. Salgo de la oficina. Cojo el ascensor en silencio junto a mis compañeros. Entramos al bar. Pido un cortado, cojo La Vanguardia y me siento en una punta de la mesa común. Solo y a la vez acompañado. Mis colegas de alienación charlan sobre alguna serie de televisión americana y el diario dice que un hombre ha matado a su mujer en presencia de sus dos hijos. Te echo de menos.

3. Quince minutos pueden parecer un segundo o una eternidad. Mis compañeros hablan del bajo sueldo. Del descontrol y la improvisación semana a semana de nuestra formación. Del compromiso que se nos exige a cambio de un miserable contrato de obra y servicio. Somos los árboles que nadie escucha caer. El diario dice que hay putas en el Raval.

4. Durante todas estas semanas nadie me ha escuchado suspirar por tu ausencia. Nadie ha oído a mi corazón latir. Ni yo mismo. Mis compañeros se preguntan qué será de los trabajadores de atención al cliente especializados en el trabajo que ahora pasaremos a hacer nosotros. Una formación de unas semanas y ya podemos cubrir sus puestos por menos de la mitad de su sueldo. Mis compañeros opinan que a la empresa debe interesarle mucho ahorrarse todos esos sueldos si por ellos ha sacrificado un servicio eficiente de profesionales cualificados por un grupo de mediocres teleoperadores inexpertos. Mis compañeros no saben si esos trabajadores que nos preceden habrán sido despedidos o trasladados. Son los árboles que caen sin hacer ruido. El diario dice que la crisis incrementa las dolencias cardiovasculares en los empleados.

5. Pago el cortado. Salimos del bar. Entramos al ascensor. Me miro las ojeras en el espejo. Nadie habla. Vuelvo a mi puesto de trabajo. Me siento. Estiro los dedos. Los brazos. La espalda. Mi compañero de al lado señala con la mirada una empleada de pechos grandes. Me sonríe buscando complicidad. Yo le devuelvo una sonrisa idiota. Nunca sé qué hacer en estos casos. Sigo enamorado de ti aunque nadie se dé cuenta. Hacen más ruido esas tetas que mi añoranza. Sigo con mi trabajo. El diario dice que ha muerto Luis Aguilé.

2 comentarios:

Rafael Arenas García dijo...

Excelente post, para enmarcar. ¡Qué bien escribes!

Anónimo dijo...

Me ha encantado, espero el siguiente con ganas :)