14 de diciembre de 2008

EN ESTAS FECHAS TAN SEÑALADAS

"Porque en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá" (Villancico popular)


SOUTH PARK


Hoy me he fijado bien: es una vaca. La casa en la que vivo ahora tiene un balcón que da a la calle; una calle peatonal delante del mercado de Collblanc. Pasa mucha gente durante todo el día, sobretodo en estas fechas tan señaladas. Eso propicia la proliferación de manteros vendiendo piratería o bien absurdos artilugios con motivos navideños. No me importa, la verdad. Pero desde hace una semana hay justo bajo mi balcón una china vendiendo muñecos musicales a pilas. Eso sí que no lo aguanto. Se trata de que desde la intimidad de mi tranquilo comedor, tengo que soportar durante todo el día lo que se supone son villancicos compuestos por pitidos acelerados y muy fuera de tono. Una melodía (por llamar así ese grito mecánico) de diez segundos repetida una y otra vez durante horas. Dan ganas de tirar una maceta sobre el maldito juguete del que proceden y hacerlo pedazos. Hoy, al salir a la calle, me he fijado en el trasto bailarín: es una vaca.

No quería escribir el típico post anti-navideño, pero tendríais que encontraros en mi situación. La Navidad tiene un montón de cosas positivas que no tienen nada que ver con celebrar el nacimiento de Jesús, ni con comprar regalos como locos, ni con esa odiosa vaca loca de abajo. La Navidad podría ser bonita y positiva, y en algunos aspectos lo es; sobretodo con los niños, algunos niños. El problema es que una sociedad enferma no puede tener otra cosa que una Navidad patológica: y eso es lo que tenemos, en general.

La vaca se mantiene sobre sus patas traseras. Tiene los ojos fuera de sus órbitas, como dos pelotas de ping-pong. La lengua fuera. Y mueve la cabeza en círculos, como dibujando ochos en el aire a gran velocidad. Parece mentira que pueda aguantar el equilibrio. Al verla, me produce una mezcla entre terror y compasión. Parece que está pidiendo a gritos que la desconecten: eso se llama eutanasia. Y me dan ganas de comprarla, después de lo que la he odiado. La veo como una víctima y representación de esta época del año. La Navidad también es una vaca agonizante de rostro desencajado bailando un villancico con vehemencia. Pero no la compro. Pienso que si lo hago, mañana tendrán otra vaca igual bailando en el mismo lugar. Nada habrá cambiado y yo tendré una vaca loca en casa que no sabré dónde poner. Así que aparto la mirada hacia otro lado, como hacemos al ver ciertas tragedias del tercer mundo. ¡Pobre vaca psicótica! ¡Pobre tercer mundo! ¡Pobre Navidad! ¡Pobre yo! En estas fechas tan señaladas, la compasión y la culpabilidad están a la orden del día. Sólo espero que vosotros no tengáis balcón para que paséis una feliz Navidad. Pues eso... a disfrutar, si os dejan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que deberías comprarte la vaca :P
Disfruta de la navidad! Son fechas bonitas, familiares y amorosas :)

Un beso!

Anónimo dijo...

Hace un par o tres de años, en Madrid, le compramos la vaca bailarina a la sobrina-nieta de Ginés... Nos arrepentimos enseguida, pero ya estaba hecho... La niña nos lo hizo pagar con creces!!

Un beso bien grande y feliz Navidad, guapetón!!

(Creo que ya no te veré con rizos, ¿verdad? Snif, snif...)

Olga Martínez dijo...

jajaja los muñecos esos son horribles!!!! como el perro ese que da volterestas y caen de pie. Tiene unos ojos que dan miedo!! Y los muñecos esos q mueven el culo y bailan... q pesados son los moritos con los muñecajos esos. Realmente alguien los compra... yo tengo mis dudas.
Un besazo Ivan!!

alex dijo...

En estas señaladas fechas ha llegado un chico con pelo liso...

YO ya le he visto!!

GUAH!