29 de julio de 2007

THE LAST POTTER

Toda saga tiene un principio. Toda saga tiene un final... y una legión de freakys dispuestos a hacer horas de cola (algunos hasta dos días) para ser los primeros en conocer el desenlace. No resultaría tan absurdo si no fuera porque el libro puedes comprarlo tranquilamente al día siguiente a primera hora de la mañana sin hacer colas ni nada; porque está previsto y no se agota: hay harrypotters de sobras. Pero no, hay que estar allí toda la tarde para poder comprarlo a las 12 de la noche, cuando abren excepcionalmente las librerías para vender la última pieza de la franquicia.
La gracia está en el ambiente; estar con los otros fans y ver a la gente disfrazada- dice Camila.
La gracia es ser el primero digo yo.
Lo cierto es que resulta cuanto menos llamativo ver a adultos disfrazados de alumnos magos, del equipo de quidditch, de personajes de la saga, o incluso de escoba, de varita, de snitch o de castillo (lo juro). Pero al cabo de una hora la novedad pasa a ser rutina, y al cabo de dos, uno se cansa de dar paseos... y entonces empiezan las apuestas:
¿Harry vivirá o morirá?
¿Dumbledores está vivo?
¿Y Sirius Black?
¿Snape es bueno o malo?
¿Será Voldemort el verdadero padre de Harry?
Lo siento, chaval, esto no es Star Wars.
¿Tiene Fluffy tres culos?
¿Saldrá a la luz la zoofilia de Hagrid? ¿El romance oculto de Harry y Draco?
¡¿Habrá sexo en Harry Potter por una vez?!
Algunos ya sabemos las respuestas a todas estas preguntas... Podría decir que me obligaron, pero la verdad es que quise hacerlo. Porque estoy en Londres y sentí que era tan necesario como hacerse una foto con el Big Ben o la cabina de teléfonos roja. Porque la capa que me cosió Camila me quedaba muy bien. Porque a todas mis amigas de aquí les hacía mucha ilusión y el freakismo es altamente contagioso. (Se pega solo con respirar el mismo aire en una habitación). Porque sé que es algo de lo que me avergonzaré eternamente, aunque nunca me vaya a arrepentir. ¿Mi casa? Slytherin, claro. ¿Alguien lo había dudado?

24 de julio de 2007

¡QUÉ COÑO LONDON!

Os adjunto un e-mail que he recibido de un peculiar colega. Afincado en Madrid, este monologuista de culto de lengua mordaz y culo inquieto me ha animado una tarde lluviosa. He corregido las faltas y la puntuación para facilitar su lectura. Enjoy it!

"¡Vamos a ver, mal samaritano! ¿Qué coño buscas en Londres? Respetando tu decisión, es la Barcelona de los freakis: más modernismo, más explotación, más fashion victims y además más patriotismo. Abandona ese lugar y vente a Madrid a buscar algo coherente, culo cagón. Como diría Astérix: '¡Están locos estos ingleses!'. Si tu sueño es musitar wuachu weri... pues vale, pero trabajarás de camarero por 20 pounds para una pandilla de vaca-burros, ¡atolondrado! Londres es para las niñas pijas. Madrid es el sitio de la gente creativa y además se parece a Londres. Igualmente odio a los británicos y a la cultura anglosajona en general. Me cago en los Beatles y en el brit-pop basado en cantos aburridos. Espero que te vaya bien en ese sitio de mierda. ¡Madrid sí, Londres no!"
23/07/07
Fernando Moraño, Madrid.

17 de julio de 2007

LA CIUDAD DEL ESPEJO

"Fíjate en ese cuarto que hay al otro lado del espejo, que se parece tanto a nuestro propio salón, sólo que las cosas están al revés de como están aquí" (Lewis Carroll, A través del espejo)

A los ingleses les gusta llevar la contraria, en general. Les encanta sentirse diferentes, auténticos, únicos: exclusivamente ingleses. Supongo que como a todo el mundo, pero ellos lo consiguen. Tienen una moneda diferente, te piden el pasaporte para todo (aunque seas europeo) y tienen esa extraña manía de conducir por el otro lado. Es difícil acostumbrarse a que los coches vengan por el carril contrario. Yo soy por naturaleza despistado, pero es cierto que se mira instintivamente por donde vienen los coches, sin pensar, por hábito; ya he estado a punto de ser atropellado varias veces por un autobús de dos pisos. Porque, además, aquí los autobuses pitan, pero no paran. Conducen como locos. (Será por eso que llegan siempre puntuales). Por suerte, los ingleses, muy majos ellos, se toman la molestia de escribir en la calzada hacia qué lado tienes que mirar. Pero, por alguna razón, últimamente miro poco al suelo.

Además, no sólo los coches están cambiados: los enchufes tienen tres clavijas en vez de dos. Y los fogones de gas giran hacia la izquierda. Y las puertas de la cocina también se abren al revés (al menos en la mía). Y amanece a las cuatro y media. Y se cena a las 6, cuando cierran las tiendas. Y los bares cierran a las 12, como el metro (que también va al revés). Desde que vivo en Londres, me siento zurdo.

Uno se siente confuso cuando vive lejos de casa, pero más en un entorno patas arriba. Al revés, pero ordenado. Quizá fuera más fácil vivir en un mundo totalmente diferente, y no uno invertido, simétrico. Sigo sin apenas practicar inglés, a parte de en los pubs y en los supermercados. Necesito urgentemente un trabajo. Espero tenerlo pronto, porque este sentirme extraño frente a tanto dejavú vuelto de espaldas, este rodearme de gente y sentirme solo, este vivir como un inglés y salir como un turista... empieza a volverme loco. Necesito algo de rutina. Y también integrarme un poco. Saber que realmente estoy viviendo aquí, aunque con el corazón disléxico.

12 de julio de 2007

73 IDMISTON ROAD

MULA
Londres es una ciudad que, en vez de hacia arriba, crece hacia los lados. Más de siete millones de habitantes comparten el cielo gris y las tiendas de colores, y conviven en casitas de dos pisos, con jardín y chimenea. ¿Dónde se mete tanta gente? Es entrañable vivir aquí.

Nuestra casita también es de dos pisos, y tiene un jardín trasero precioso que, cuando arreglemos, será el lugar perfecto para pasar el verano entre mojitos y barbacoas. Tenemos hasta una verja amarilla en la entrada. Me siento como en una película de familias felices.

Hemos estado comprando cosas para el hogar, ya que nuestros flatmates son bastante descuidados. Aunque no les vemos casi nunca, sabemos que en el piso de abajo viven dos búlgaros gordos, un tío llamado Bob que lo único que sabe decir es su nombre, y un químico español con cara de informático. Se llama Félix. Es el único que parece alegrarse de nuestra presencia. Cuando nos ve sonríe y se pone rojo. Creo que no ha tenido un amigo en su vida. Pero, en general, no aportan demasiado.

De momento, estoy haciendo poco el guiri. Sólo he ido a ver el Big Ben y algún museo. Es muy diferente llegar a una ciudad a vivir que pasar unos días de vacaciones. Además, no paro de contar el dinero, que aquí se va volando. A partir de la semana que viene empezaré a buscar trabajo. Ya he abierto una cuenta inglesa y pronto tendré un móvil inglés. Es todo tan raro... Duermo bien por las noches, porque estoy siempre cansado, pero me da un poco de miedo pensar el año que tengo por delante. Y me siento un poco solo, siempre un segundo antes de acostarme. Echo de menos muchas cosas. Y es que esta casa es muy silenciosa. ¿No es eso lo que siempre he querido?

4 de julio de 2007

YO A LONDRES Y TÚ A BARCELONA

"Me preocupa el futuro porque es donde voy a pasar el resto de mi vida" (Woody Allen)

Tras cambiar su (aparentemente) insustituible Manhattan por la capital de la Reina de los Mares, tras un periodo de tres años (tres películas), mi querido sabio gafudo ha decidido (por fin) pasarse un verano rodando en Barcelona; a pesar del sol y el acoso de los medios; a pesar de la torre Agbar y el honoris causa; a pesar de la ministra de cultura y los alemanes borrachos. Ha elegido Barcelona y los catalanes (no todos) saltamos de alegría como aquel Pascual Maragall celebrando las Olimpiadas del 92.

Yo, que habría esperado toda la vida este momento si no fuera porque lo creía imposible, elijo justo este verano para irme. ¿O ha elegido Woody justo el verano en que yo me voy? En cualquier caso, parece que esta ciudad no es lo bastante grande para los dos. Ni tampoco Londres. Mientras el famoso neurótico grabe chistes en boca de Bardem en el Parque Güell, yo estaré paseando por Notting Hill soñando con matar a Scarlett Johanson con una escopeta recortada.

Woody Allen cree, al contrario que Dostoievski, que Dios no existe y que la vida no tiene sentido; que no hay un orden en el universo; que todo está permitido. Así que probablemente tildaría de coincidencia esta circunstancia de mi insignificante existencia. Sin embargo, para mí, que siempre he tratado de seguir sus pasos cuando me sentía perdido o aburrido, me llama la atención este repentino viaje en direcciones contrarias. ¿Es acaso una señal para que me quede? ¿Una razón para volver? ¿Quiere decir que mi próximo destino es Nueva York y el suyo... Lleida? En todo caso, espero que Londres me reserve un futuro gris y enriquecedor. Espero que me inspire tanto como a él, y que a él Barcelona le trate lo mejor que sepa. Lo único seguro es que para mí será reconfortante contemplar desde las lejanas tierras heladas de Glasgow un beso final al atardecer en la Sagrada Familia. ¡Ojalá nos dejen disfrutar de la experiencia! (Y eso nos incluye a nosotros mismos)