9 de septiembre de 2007

OUT OF ORDER

Entra un norteamericano borracho, sudado y despeinado; rojo como un guiri de la Costa Brava; pelo rubio oxigenado. Se dirije directo hacia mí y me pide dinero. Dice que tiene que pagar un taxi, que es un huésped. Le digo que no puedo darle efectivo. Me dice que lo cargue a su habitación. Le digo que no es posible. Me dice que se lo cobre de la targeta de crédito y se lo dé. Le digo que no, de nuevo. El yanky se desespera, se aparta el pelo mojado de la cara. Me mira con odio. Me pregunta por un cajero automático y yo levanto las cejas. Saco de debajo del mostrador una guía de Londres a lo que él responde escupiéndome un par de gritos entre incontables fucking cosas y puñetazos en la mesa y patadas al mostrador. Yo no hago nada y el tío se va y se mete en el ascensor.

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Aparece un negro enorme. Tan grande que entra por la puerta principal de lado. Se acerca hacia mí enfadado, yo sonrío. Me dice que el tío de los puñetazos le debe dinero. Empiezo a dudar de que tal gorila sea realmente un taxista. "Imposible que quepa en un coche", pienso. Entonces, me pide con la amabilidad del mejor mafioso el número de habitación del individuo en cuestión. Le digo que no puedo decírselo. Pone las manos sobre el mostrador. Tiene un gran anillo de oro a juego con uno de sus dientes. Su nariz aletea como un tiburón. Shaquille O'Neal no me daría más miedo.

Un golpe seco me salva la vida. Se oyen gritos en el interior del ascensor. Me acerco para ver qué pasa: el americano se ha quedado encerrado dentro. Golpea las puertas tan fuerte que creo que va tirar el hotel abajo. Grita desesperado, temo que despierte a todos los huéspedes. Subo arriba y trato inútilmente de abrirle, después lo intento desde abajo. Intento comunicarme con el rubio que me insulta repetidamente y me dice que le saque de ahí. El taxista se ríe maliciosamente y espera. Da más miedo que cuando está serio.

"Muy bien, se acabó. ¡Qué vengan los bomberos!". Marco el teléfono de urgencias mientras me pregunto cómo se dice "tío loco atrapado en un ascensor" en inglés. Consigo que la telefonista me entienda y el cuerpo de bomberos llega antes de que a los dos sujetos se les acabe el repertorio de insultos que se están intercambiando. En un abrir y cerrar de ojos, sacan al tío de ahí y de repente todo el mundo habla a la vez y yo no me entero de nada. Un silencio. Todos me miran. ¿Tengo que decir algo? ¿Se supone que yo estoy al mando o algo por el estilo? ¿Qué coño estaba diciendo todo el mundo? El ambiente parece tenso. Esperan que hable, así que le doy las gracias a los bomberos y le digo al taxista que sea tan amable de acompañar al caballero a un cajero automático para que pueda pagarle. Todos salen del hotel y yo me derrumbo sobre el sofá del hall.

Cuando el americano vuelve, me grita de nuevo, culpa al hotel de su torpeza y me increpa por no poner ningún aviso para que los demás huespedes no suban al ascensor que obviamente ya no funciona. Levanto el cartel que estoy escribiendo para que pueda leerlo: "Out of Order". Me muerdo la lengua, pero pienso: "¿No crees usted que luciría muy bien uno de estos avisos en su cabeza?".

Mañana es mi última noche en este hotel y en Londres. Este es mi último post sobre el tema, que ya ha dado más de sí de lo a uno le gustaría. Gracias por aguantarlo. La próxima será desde Glasgow.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Vaya despedida, nene! Menos mal que te marchas, porque ya verás la que se monta cuando llegue la factura de los bomberos al director del hotel, o cuando encuentren el cadáver de un rubio oxigenado al lado de un cajero, o cuando se despeñe el ascensor repleto de turistas, o cuando... Bueno, que me alegro que te vayas de ahí, y que pongas tierra por medio, porque ya empezábamos a temer por tu salud física y mental... y también por la del pobre Bubu. Un besazo, guapetón.

xesca dijo...

Madre mía, desde luego si te fuiste en busca de aventuras, no te podrás quejar! No te habrás aburrido no, lo tuyo ha sido una marcha acelerada hacia el perfeccionamiento de la lengua inglesa.
Yo también me alegro de que se haya acabado el sufrimiento, a ver si en la uni estás más tranquilito y no te tocan tanto las narices.
Un beso enorme!!!