28 de marzo de 2012

SER PERIODISTA

"Necesitaremos las últimas palabras del condenado  mientras sube los 13 peldaños. Algo con mucha garra. Si quieres, te las inventas" (Primera Plana)

1. Mi profesor de Redacción de Géneros Argumentativos trabaja en un periódico importante y, a veces, incluso escribe las editoriales. Por lo que nos cuenta, no siempre saben sobre lo que escribir y entre varios periodistas deciden un tema y dan vueltas sobre él sin mojarse demasiado. En su explicación, lo compara con tocar el violín, es decir, hacer que la música suene sin necesidad de decir nada. Así es como funciona en realidad. No es verdad que la editorial sea la opinión del periódico: a veces no es la opinión de nadie.

2. Mi padre se enfada mucho viendo Punto Pelota. Lo ve todas las noches y se acuesta de mal humor. Después lo vuelve a ver repetido otra vez por la mañana. Como cuando tenemos una herida y no podemos  dejar de arrancarnos la costra. Algunas veces me acuesto y mi padre no me deja dormir con sus gritos: "Pero, ¡que hagan callar al gordo, hombre!". Yo me pregunto si el gordo es un periodista u otra cosa. No siempre noto la diferencia. Lo más extraño es conseguir dormirme mientras mi padre aún no ha terminado de ver el programa y, cuando me levanto, ahí sigue viendo la repetición, como si hubiera pasado toda la noche frente al televisor y Punto Pelota no terminara nunca.

3. Mi profesor de Redacción de Géneros Argumentativos dice que lee todo lo que ponen sus periodistas en el twitter porque es su obligación. Les espía. Considera que todo lo que escriben le pertenece. Al fin y al cabo, llevan el nombre del diario en su descripción. Un periodista, según mi profesor, no puede twitear: "Rajoy es gilipollas" porque daña la credibilidad del medio en el que trabaja. Incluso aunque Rajoy, supongamos, fuera objetivamente gilipollas. Todo eso me hace pensar en la cantidad de  tonterías que digo y cuelgo en Internet. Quizás algún día tenga que dejar de hacerlo. Siento cierta tristeza.

4. Mi padre ve Sálvame a mediodía y, curiosamente, le cabrea tanto como el programa de fútbol de Intereconomía. Así es como se pasa la vida gritándole al televisor. "Pero, ¡que hagan callar al calvo, hombre!", dice.  Mientras se pelea con la pantalla, no tiene necesidad de pelearse con nadie más. Debe resultar bastante práctico. Uno no se enfada viendo Telecinco: escoge algo acorde con su estado de ánimo. En el magazine de sobremesa, unos son periodistas y otros personajes. Los personajes son los que hablan de su vida privada y los otros no sé quienes son.

5.  Mi profesor de Redacción de Géneros Argumentativos me pregunta qué he estudiado. "Filosofía", respondo. Y como no soy el único en clase y no le gusta repetir sus chistes, continúa preguntando: "¿Por qué has decidido estudiar periodismo?". Y yo digo: "No lo sé, me gusta escribir". Pero mi profesor piensa que con saber escribir no es suficiente. "Esta no es una profesión de intelectuales", opina haciendo que me avergüence de mis propias gafas. Y luego, insiste: "Hay que tener instinto periodístico. Por ejemplo, tú si ves en la calle un montón de gente que observa un accidente, ¿que haces?". A lo que yo respondo: "Observo a la gente".

6. Mi amiga Camila y yo compartimos un taxi de vuelta a casa porque nos ha cerrado el metro. Me pregunta por el posgrado. "Voy a tener que dejar de escribir tonterías en twitter y en Internet", le explico. "¿Por qué?", se extraña ella. Y le cuento todo eso de la credibilidad y que representas un medio y todo eso. Pero Camila no lo entiende, así que intento explicárselo mejor. En ese momento, me doy cuenta de que yo tampoco lo he entendido.

7. Mi profesor de Redacción de Géneros Argumentativos le pregunta a una compañera qué ha estudiado. "Guión de cine", responde. "¿Y ya sabes distinguir entre realidad y ficción?". Yo, como soy un egocéntrico, me traslado todas las preguntas que escucho y trato de responderlas mentalmente. ¿Realidad y ficción? Bueno... la verdad es que cuando escribo aquí, tiendo a la exageración. Me invento detalles. Manipulo. Todo para hacerlo más interesante. Algunas veces ni siquiera puedo usar los nombres de las personas para que después no me vengan pidiendo explicaciones. Puede que eso me convierta en un pésimo periodista en el futuro. De momento, me gusta más que tocar el violín.

2 comentarios:

PATIÑO dijo...

Creo que esto es lo que hace un buen periodista, ya lo tienes: "¿Realidad y ficción? Bueno... la verdad es que cuando escribo aquí, tiendo a la exageración. Me invento detalles. Manipulo. Todo para hacerlo más interesante"

gorkanov dijo...

Me ha hecho mucha gracia mientras lo leía y cuando he acabado me he sentido muy triste.
Muy bueno. Muy al estilo Carver. Escueto pero directo.