16 de julio de 2011

UNA SEMANA DE JULIO

"Desconfío de la incomunicabilidad; es la fuente de toda violencia"  (Jean Paul Sartre)


LUNES.- En mi barrio hay un nuevo solar. O un edificio menos, según se mire. Está cerca de mi casa. Antes había un herbolario antiguo y siniestro. Uno de esos negocios a los que sólo entrarías si quisieras comprar un gremlin. Tenía una fachada sucia y fea, creo. Hace dos días estaba ahí y ya no lo recuerdo con claridad. Hay cosas que te acompañan en la vida sin pena ni gloria pero que añoras si desaparecen. Seguramente el dueño murió y ahora el Ayuntamiento pondrá unos columpios o unos pisos de protección social. Nadie te avisa ni te pregunta para estas cosas. Da la sensación que un día vas a volver de vacaciones y en vez de tu casa vas a encontrarte un solar.

MARTES.- Vuelvo del trabajo y mi edificio todavía sigue en pie. Siento cierta decepción por algún motivo que se me escapa. Llamo al ascensor y en seguida entra un vecino viejo y se pone a esperar conmigo. Mi ascensor es lo bastante lento como para que valga la pena subir cuatro pisos caminando con tal de evitar un silencio tan largo. Pero si picas tú al ascensor no hay escapatoria. El viejo con su bolsa del pan señala las paredes rayadas del ascensor. Me dice: "Los jóvenes ya no respetan nada", mientras yo hago girar las llaves entre mis dedos. Me explica que el ascensor es tan lento porque, al revés que en la mayoría de edificios, el motor está situado abajo y los cables tienen que hacer el doble de recorrido. Le digo: "Qué interesante". Y él me dice: "Eres nuevo". "No, hace tres años que somos vecinos", respondo. Vuelvo a acordarme del dueño de la herbolistería cuyo rostro tampoco recuerdo con claridad.

MIÉRCOLES.- Ya casi han terminado de llevarse todos los escombros de la demolición. Me pregunto si se tomaron la molestia de vaciar el local. Busco entre las piedras restos de tomillo, romero y hierbabuena. A mi lado, varios ancianos contemplan la excavadora trabajar. Yo susurro a las piedras: "¡Gizmo!". No obtengo respuesta. El anciano de al lado fija su mirada en mí y decido marcharme antes de que me pregunte si soy nuevo por aquí.

JUEVES.- En el espejo de mi gimnasio se me ve más ancho de lo normal. No sé si estoy demasiado cansado y alucino con el calor pero si me muevo hacia los lados mi espalda reflejada se ensancha como en un holograma ochentero. Creo que está hecho a propósito como los espejos que te adelgazan de las tiendas de ropa. Me pregunto si la gente elige gimnasio en función de si se ve más o menos ancho en los espejos de la sala de máquinas.

VIERNES.- En el supermercado un tío cachas con camiseta de tirantes blanca discute con un tío con gafas. Parece que el musculoso se ha querido colar y el miope ha protestado. ¿Por qué los macarras nunca tienen problemas de visión? Creo que ese tío va a mi gimnasio. "No te he insultado, he dicho ostiaputa". La discusión no tiene gran nivel pero todo el supermercado está pendiente. Es como la mala televisión. El intelectual no para de replicar al cachas, aunque con la boca pequeña. Parecen dos partes de mí mismo en conflicto pero prefiero no intervenir. "¡Cómo no te calles te parto la cara! ¡Quítate las gafas!". A lo mejor me equivoco pero si el mazao de verdad quisiera pegarle debería quitarle las gafas él mismo o directamente rompérselas de un puñetazo. Salgo del supermercado sin saber cómo termina todo. Me cruzo con el viejo del ascensor que ni siquiera me saluda. Mi casa sigue en pie. Me veo reflejado en el cristal de la puerta de la calle; se me ve todavía más ancho que en el espejo del gimnasio. Si no fuera porque llevo las gafas puestas, me partiría la boca.

2 comentarios:

Original dijo...

¡¡Qué bien observa usted el mundo!!

Por cierto, no se ensanche usted más que en vez de decir que tengo un clon... voy a tener que decir que tengo dos. O avisar que en una parte del escenario hemos instalado un cristal que deforma la imagen.
UN ABRAZO DE MIOPE.

PATIÑO dijo...

La historia no es tan trágica y más cercana de lo que piensas. No solo debes observar los cambios “negativos” a tu alrededor, sino también las cosas que ponen nuevas. Desde la misma perspectiva de tu balcón, un poco más a la izquierda, verás un herbolario que han abierto recientemente, adivina a quien se lo han dado? Sí, esta vez, nadie protestó, no se vio ningún cartel de NO AL DESAHUCIO. Además, las propietarias (madre e hija) seguramente hayan compartido ascensor contigo, porqué son vecinas :)FINAL FELIZ!