9 de mayo de 2011

EL MONTAJE DEL ESPECTADOR

M. dice que no sabe si le gusta lo que he escrito.
¿Por qué? pregunto.
Pues porque no entiendo si lo que cuentas es real o inventado.
M. me pregunta acerca del contenido del texto para, una vez separada la ficción de la realidad, permitirse tener una opinión verdadera. Yo estoy acostumbrado a escuchar críticas ficticias (tanto buenas como malas), así que le digo que es irrelevante. Pero a M. eso le parece el fin de la conversación y yo me quedo sin opinión de ningún tipo. Y me siento tonto durante un rato.
Todo eso me recuerda a una de esas películas basadas en hechos reales de las que alguien decía al terminar: "No me ha gustado porque en realidad el personaje no vivía en un segundo piso sino en un tercero". Y arruinaba toda la diversión. No estoy seguro de estarme inventando esto.
El caso es que más tarde, reflexionando, se me ocurre que quizás M. es de las que valora la imaginación de las personas y, muy al contrario de mi primera impresión, se hubiera sentido muy orgullosa si le hubiera dicho que todo lo que escribí era una gran mentira narrativa. A lo mejor, me hubiera felicitado y me hubiera animado a seguir fantaseando nuevas anécdotas que contar.
Es difícil saber qué le pasa a la gente por la cabeza cuando lee o ve una película.
Anoche vi por primera vez Apocalipsis Now. La tomé prestada en la biblioteca. Tenía muchas ganas. Lo malo es que la única versión de tenian era Redux: un nuevo montaje hecho por el director años después y que añadía cincuenta minutos a las dos horas y media originales.
Pero era la única versión que tenía, asi que empezé a verla.
En seguida me di cuenta de que el metraje era excesivo. Y, sin dejar de disfrutar sus grandes momentos, no paraba de tratar de adivinar qué partes eran las originales y cuales las añadidas a posteriori. En ese momento, uno deja de ver una historia y empieza a ver una película y a montarla él mismo en su cabeza. 
Aunque al final, quedé muy contento, ya que todo lo que no me gustó lo aparqué de forma imaginaria en esos cincuenta minutos extras y el resto (las partes que sí me gustaron) se quedaron en el supuesto montaje original.
Yo tengo tendencia a esta edición mental porque siempre quiero que me gusten todas las películas y si no es así, busco explicaciones. Como cuando vi con tanta ilusión la cuarta parte de Indiana Jones y tras la decepcion, me dije: "Toda la culpa es de George Lucas".
Pero no soy el único. Todo el mundo tiene sus trucos y manias. Mi amigo J. siempre que no entiende una película dice que el argumento es una mierda. Otro conocido, ve las películas con sueño y cuando quedan veinte minutos se duerme y se pierde el final. Cuando le despiertan su opinión es muy clara:
Le sobran veinte minutos.
También a algunos todas las películas les parecen demasiado lentas. A otros, demasiado violentas. Y así según de lo que trates de evadirte de tu día a día.
Pero sin duda el mejor de todos es mi padre que ya ni siquiera tiene la necesidad de verlas. Desde que descubrió internet ha dejado de comprarse DVDs. Sólo descarga y acumula. Ya ha llenado varios discos duros externos del ordenador. Las almacena compulsivamente. Hasta he descubierto que algunas las tiene incluso repetidas.
Papá, ¿has visto la última película de Spielberg?
Creo que está en la carpeta de las que bajé el mes pasado.
Como si le preguntara si ha visto dónde he puesto los calcetines.
En el fondo debe tener razón. Para hablar de cine ha dejado de importar ver las películas. Con tanto remake, reset, redux, readaptación... parece que ya las hayamos visto todas.
Por cierto, no sé a qué venía todo esto...

1 comentario:

PATIÑO dijo...

Creo que habría que nombrar también al que con 2 segundos de película dice que ya la ha visto, aunque la película sea de estreno...