16 de diciembre de 2009

ALUCINACIONES

Dedicado a Ally McBeal.

COLUMBIA

Cada mañana es lo mismo, vivo en la era glacial. Suena el despertador y todo mi cuerpo mantiene el calor bajo el nórdico excepto mi rostro congelado y los dedos que sobresalen tímidamente al frío exterior. Me salen de los orificios nasales dos estalactitas de hielo y un pingüino me saluda desde mi escritorio justo enfrente de mí. Tras quince o veinte minutos sin moverme, salgo de la cama de un salto y a cámara rápida cojo ropa del armario, voy al baño, me encierro y enciendo una diminuta estufa eléctrica. Un monito de tamaño de persona trata de sacar la escarcha del espejo con un cepillo de dientes. Unas ratitas nadan en el bidé. Me desnudo a cámara rápida, me ducho, me seco, me visto, me voy.
Cojo el metro y tengo tanto frío que no me desabrocho la chaqueta. A mi lado, Frank Sinatra vestido de marinero canta baladas navideñas. A la hora en que yo voy a trabajar ya no reparten diarios gratuitos. Eso es algo de lo que no me siento orgulloso. Todavía no he expulsado la piedra, pero el viernes pedí el alta. Estando de baja sólo cobro el 70% de mi sueldo. Me duele, pero menos. Así que voy a trabajar y sentado delante de mí, un triste abre y cierra la boca como un pez debajo del agua.
Entro a la oficina. Me dirijo a la mesa de mi supervisor. Me dice: "Hola". Le entrego el alta. Es Stay Puft, el hombre de malvavisco de Los Cazafantasmas. No me pregunta cómo estoy. Me dice que me siente a trabajar, que ya se la entregaré luego. Voy a mi puesto de trabajo que en realidad nunca es el mismo. Debajo de mi mesa hay un niño jugando con playmobils. Me siento. A mi izquierda, Mickey Mouse. A mi derecha, Jane Austen. Empiezo a coger llamadas una detrás de otra a cámara lenta. Paso faxes. Tomo nota de reclamaciones. Envio e-mails. El niño me estira del bajo del pantalón para que juegue con él. Llamo a clientes. Apunto cosas en pósits. Puedo ver al triste mirándome sentado enfrente de mí, detrás del ordenador. Mickey Mouse me explica que una coordinadora se enrolló con dos tíos diferentes en la cena de empresa la semana pasada. Y que me lo he perdido.
Tiembla el suelo. Se acerca Stay Puft. Me dice: "¿Tú no tenías que darme el alta?". Le doy un puñetazo en la panza y explota llenando toda la oficina de malvavisco. Jane Austen me dice que pensaban que me habían despedido. Nadie les decía nada de mí y la semana pasada despidieron a un chico. Querían obligar a los de jornada completa a trasladarse a trabajar a Sant Cugat, así que este chico se informó y descubrió que, según convenio, estaban obligados a pagarles desplazamiento y dietas. Se lo dijo a todos los compañeros por e-mail. Al día siguiente, a la calle por "bajo rendimiento". Tiembla el suelo. Stay Puft se acerca regenerado. Es inmortal. Me dice que al final del día le mande un e-mail comunicándole la cantidad de e-mails que he enviado hoy. Le digo que no me acuerdo. Me dice: "Tendrías que acordarte". Le arranco la cabeza y la chuto por la ventana.
Termino mi turno. Recojo mis cosas a cámara rápida, me pongo la chaqueta, la bufanda, salgo del edificio. Por la calle, Frank Sinatra me persigue cantando villancicos en inglés acelerados. El monito se cruza delante de mí y sube a un árbol. Me llaman al móvil:
Hola. Te llamo de la mútua del trabajo. Era para saber cuándo te darán el alta y volverás al trabajo.
No entiendo nada.
Pues ya he vuelto. A no ser que no me haya despertado todavía.
Let it snow, let it snow, let it snow...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por el post.

:)

Álex.

Anónimo dijo...

para que no aparezca Stay Puft has de dejar la mente en blanco...

Vanessa dijo...

Me he sentido muy identificada y no me refiero a la foto del mono.
¡Siempre elocuente!Un beso

Anónimo dijo...

Creo que es el mejor post de todos...Felicidades por el blog, nos encanta leerte! Besos!

Anónimo dijo...

Gracias por los comentarios. Me hacen muy feliz.

¿La mente en blanco yo? jaja, imposible...

Un beso a todos.