2 de noviembre de 2009

MÁS O MENOS WOODY

"El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente" (Gustave Flaubert)

Solía escribir relatos sobre personajes que se aburrían en las fiestas. En mis historias, sujetos solitarios maltratados por la incomprensión, bebían güisqui rodeados de individuos que se divertían ajenos a su desdicha. Narradores sin nombre se hundían en un negro monólogo interior cuyo único resquicio de esperanza era la ilusión de un amor siempre imposible. El presente era para ellos un pozo sin fondo y el futuro, un muro de piedra. El pasado era algo que no valía la pena recordar. Más adelante comprendí que existían otro tipo de historias. Este fin de semana fue Halloween y también el 30 aniversario de mi hermana. Le organizamos una fiesta de disfraces y algunas otras sorpresas que disfrutó mucho. Cada uno de nosotros tenía que escoger un personaje de los años 50, 60 o 70. Yo elegí al primer Woody Allen: el de Annie Hall y Manhattan. Y la verdad es que me lo pasé en grande. Pude divertirme sin que la mente me jugara malas pasadas. Sin apartarme. Sin miedo. Me sorprendí a mí mismo gratamente. Por una vez, estaba en una fiesta y estaba presente, sin angustias abstractas, sin alienación, integrado, viviendo cada juego, cada broma, cada copa, pero sin acabar borracho. Durante un rato, podría decirse que fui más o menos feliz. El presente lo era todo: un regalo. No necesitaba nada más.

Woody Allen dice que rueda una película cada año porque lo necesita. Para él, rodar es una distracción. Si no rodara, no sabría qué hacer. A través del trabajo lucha contra sus miedos, sus ansias, su terror. Como los enfermos mentales que se relajan pintando con los dedos o tejiendo cestas de mimbre. Estar ocupado es terapéutico. Yo, que a veces soy más o menos Woody Allen (con o sin disfraz), estoy aprendiendo que para afrontar el futuro hay que empezar por afrontar el presente. Y me siento muy orgulloso de poder disfrutar de una fiesta ya que, aunque parezca absurdo (no duden que lo soy), es algo que me ha costado siempre mucho. Memorables son mis desapariciones de madrugada en medio de ciertas juergas, celebraciones, cenas... "¿Alguien sabe dónde se ha metido Iván?". Ahora procuro vivir cada día como si sólo existiera hoy. Cada momento como si sólo existiera ese momento. Y así todo es más fácil. Centrarme en el presente. Ese es el comienzo: hoy lo veo claro. Y mañana ya se verá...

2 comentarios:

carles dijo...

Antes de empezar a leer el post he pensado: "Este chico tiene que renovar su vestuario". Pero luego ya he comprendido todo...

(Por cierto, un poco del Peter Sellers de "El guateque" también hay, ¿no? Al menos, por la forma de aguantar el vaso. Jejeje)

Anónimo dijo...

jajaja sí, carles, peter sellers era mi segunda opción. quizás para el próximo evento, además yo soy mucho de situaciones como las del guateque cuando voy a fiestas...

Y los que tienen que renovar el vestuario son mi padre y mi hermano, ya que la ropa es de ellos, jaja. increible, no?