17 de abril de 2009

THAT'S ME IN THE CORNER

"¿Qué te voy a decir si yo acabo de llegar? Si esto es como el mar, ¿quién conoce alguna esquina?" (Fito & Fitipaldis, Acabo de Llegar)

REM
Algunas veces me pierdo en mi cabeza. Me siento en un rincón de espaldas a lo que ven mis ojos. Allí paso el rato. A veces tengo delante una ventana; otras veces, no.

En vez de la clase normal de Filosofía de la Ciencia II, un señor científico viene a darnos una conferencia sobre su trabajo en los laboratorios. El tipo viene con un ordenador Mac bajo el brazo y no le falla en Power Point. Se nota que es científico. El profesor lo presenta como filósofo, antiguo estudiante de nuestra facultad. Pero el señor Ciencia empieza la conferencia protestando ya que no se considera filósofo. El profesor insiste en que lo es, él lo niega. Dice que está demasiado ocupado trabajando y no tiene tiempo para dedicarse a pensar. Me sorprende. No sabía que las tareas científicas consistían en hacer las cosas "sin pensar". Ahí estoy yo en una esquina de la clase.

Mi abuela me espera sentada en su butaca cerca de la ventana. Últimamente ha estado no tan bien de salud y hace tiempo que no sale a la calle. La raíz de sus canas le está ganando terreno estos días. Me cuenta lo enferma que está (exagera) y yo le digo que la veo perfectamente (exagero). Al parecer le duelen varias cosas: pecho, espalda, piernas y tiene infección de orina. Tiene 97 años. Me habla de cuando era tan guapo, tan pequeño antes de irme a Glascou (sic.). Me cuenta historias de la guerra, de su marido, de su padre y sus hermanos. Me explica historias del pueblo. Sus recuerdos son muy valiosos. Y se lamenta de que lo único que ahora le queda es una ventana por la que asomarse. Me dice que el día que granizó fue lo más bonito que ha visto en mucho tiempo. Todo ese blanco cayendo, el ruido y el reflejo de la luz en las pequeñas piezas de hielo. Tendría que haber durado más. Durante todo este rato hablando, mi abuela ya no está enferma. Ya no le duele nada. Yo hago poco más que escuchar, darle la mano, en su rincón. En su ventana. Es lo único que necesita. ¿Quién no?

Mi madre me pregunta si tengo intención de buscar trabajo. Si en la Universidad de Filosofía no me ofrecen algo. Le digo que los del paro me pagan muy bien. Y que no tengo tiempo para trabajar porque me paso todo el día pensando; sentado en un rincón de mi cabeza.

3 comentarios:

gemma dijo...

Yo quiero una ventana,
por cierto, si los filosofos piensan, y ese es su trabajo,si tu piensas... estás trabajando,¿no?

complejo.

alex dijo...

Prepara una buena esquinita donde entremos los dos y lo veamos todo juntos.

Y en ella tienen que entrar muchos que ya sabes...eh... guah!

carles dijo...

Pensar es muy valioso. Y escribir lo que escribes, también. Y dedicarle tiempo a tu abuela, más a aún (no dejes de hacerlo). Los del paro deberían aumentarte el tiempo de subsidio...
Besos, guapetón.