12 de enero de 2009

SILENCE: Exams in progress

"De vez en cuando se aprende algo, pero se olvida el día entero" (Arthur Schopenhauer)


En vez de estudiar me he dedicado a buscar una buena frase y una imagen chula para el blog, ya que no he escrito nada desde el 2008. Pero ahora que ya llevo un rato mareando el teclado, siento que debería estar estudiando en vez de perder el tiempo. Es curioso que las cosas que más nos gusta hacer, en época de exámenes sean pérdidas de tiempo. El estudio se lleva el monopolio de todas mis horas, ¡menudo cacique!
Me estoy exigiendo demasiado. Estoy bloqueado. Mi cerebro es una esponja empapada en una sopa de letras tratando de poner orden. Me retuerzo en el sofá como un boniato seco. No quiero estudiar. Simplemente, no quiero. Éste es mi último año de carrera. Eso implica una presión infinita. No me permito ningún suspenso. No me gustan las asignaturas que me quedan. ¿Sabéis lo que es estudiar una asignatura que detestas? Es como tener que memorizar la guía de teléfonos.
Quisiera que el sofá me absorviera. Pasar a ser uno de sus cojines, mis partículas entrelazadas con las suyas. Quisiera que mi mente se disolviera en la atmósfera con el calor de mi estufa eléctrica. Sufro una siesta pesada. Como dormir dentro de un tanque de agua caliente, con altavoces emitiendo heavy metal desde el fondo. Un pensamiento atrofiado como cualquier otro.
En la televisión, un hombre absurdo trata de batir el récord mundial de ponerse el mayor número de calzoncillos posibles. Por algún extraño motivo, me reconforta. Pienso en el futuro. No tengo ni la más remota idea de lo que será de mi vida el año que viene. El patético hombrecillo pierde el conocimiento por la presión que los centenares de calzoncillos ejercen sobre sus partes. No puede respirar. Los servicios médicos le atienden en directo. Eso me hace recordar un viejo chiste. Debería haber pensado antes que todos esos calzoncillos podían matarle de asfixia. Alguien podría habérselo dicho aunque, al fin y al cabo, era su vida la que estaba en juego. Supongo que en algún momento le pareció una buena idea. Finalmente, sobrevive.
Sigo sin querer estudiar. No me apetece lo más mínimo. Pero tengo que hacerlo. Es lo que he elegido. Es lo que elijo. Voy a estudiar porque llegados a este punto es lo que mejor idea me parece. Es hora de preocuparme de mis propios calzoncillos.

1 comentario:

disfàgic dijo...

Por lo que parece todo el mundo está de exámenes o demasiado ocupado para hacer algún tipo de comentario fuera de lugar. Yo también soy de esos que deberían estar dilucidando acerca de el contracto social de Rosseau o Locke o Bentham, y ya me ves...diciendo sandeces en un blog.
Un abrazo y suerte.