31 de agosto de 2010

FIRENZE E VENEZIA

"La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte" (Leonardo Da Vinci)

FIRENZE

Mi último año de carrera hice un trabajo más o menos extenso acerca de la sobrevalorada importancia de la belleza en el arte y analicé a diferentes autores buscando una propuesta de definición de arte en el que la belleza no fuera requisito primordial. Pues bien, sería capaz de comerme cada una de mis palabras después de visitar Firenze. Podría prender fuego a toda la obra de Picasso si me lo pidiera la Venus de Botticelli con sus labios de amante virginal. Y si el David de Miguel Ángel así lo quisiera, no tendría ningún problema en volar por los aires la Fundación Antoni Tàpies entera. Y que conste que no estoy hablando de convicción, sino de ciego enamoramiento. Yo que he preferido siempre el arte contemporáneo, no tuve en Firenze más remedio que hacerle una reverencia a los arquetipos renacentistas babeando con el rabo entre las piernas. Y en cuanto a la arquitectura de la ciudad, solo puedo decir, ciego y vehemente de nuevo, locamente devoto y sin razonar siquiera: ¡a la mierda Barcelona!

VENEZIA

Me esperaba un nido de ratas pestilente. Es lo que me habían dicho. Si preguntas a la gente, encontrarás dos versiones: "huele mal, es una gran decepción" o "es preciosa, romántica, maravillosa". A mí me contaron que bajo la ciudad hay grandes nidos de ratas por la humedad y que en verano con el calor, salen y pasean por las calles. Y si además tenemos en cuenta la tercera parte de Indiana Jones, preferí no ir con sandalias ya que si por lo que fuera hubiese notado pasear sobre mi pie semidesnudo una asquerosa rata de un salto me hubiese plantado en el campanario de la Basílica de San Marcos. Pero la verdad es que no vi ratas (aunque eso no quiere decir que no las haya) y la ciudad me pareció muy hermosa. De acuerdo que sobran tantos turistas y que no es una ciudad real, sino más bien como un museo gigante lleno de tiendas, hoteles y restaurantes. Pero a mí me encantó, aunque ni loco viviría allí.

26 de agosto de 2010

TRA FELLINI E MUSSOLINI

"L'Italia è l'unico luogo al mondo dove è nata prima la cultura e poi la Nazione. Dobbiamo andar fieri di questo, è una cosa meravigliosa"  (Roberto Benigni)

FABRI
Podría vivir en Italia. Es un lugar maravilloso. Me gusta el clima, me gusta la comida, me gusta el idioma y la gente es fantástica. Aquí se conduce como un loco pero se vive como un sultán. Será porque estoy de vacaciones.
Quisiera siempre tener la mirada de un turista. Esa mirada que se fija en los detalles, que busca la magia en lo cotidiano, que no tiene prisa, que todo lo encuentra bello. No sé si la gente en Italia es guapísima o es la forma en que yo miro.
Estos días en Forli, he estado disfrutando de Elisa y su mamma, de su infinita hospitalidad, de sus lecciones espontáneas de italiano y de las pequeñas localidades de los alrededores.
Italia es, en resumen, cultura e historia peleándose por estar por delante de la gente, mientras los italianos se comen su pasta y su pizza y sonríen al sol y al Mediterráneo. La cultura es todo belleza. La historia son simplemente hechos que no serían dañinos sin el uso que le dan la iglesia y los políticos.
En Predappio, que es donde nació Mussolini, visité la tumba del susodicho. Pocas veces he podido vivir una experiencia tan horrible y reveladora. Yo que no he visitado nunca el Valle de los Caídos, puedo decir, sin embargo, que aquí se nota que il Duce fue asesinado al perder la guerra y descuartizado por el pueblo; lo contrario a morir de viejo en una lujosa cama, digamos. Pero igualmente ahí estaban los joven es camisas negras, nostálgicos de un régimen que ni por asomo han vivido honrando a su líder fascista. Niños, me atrevería a decir, educados con tanto odio como para acudir un día cualquiera a la tumba de Mussolini a escribir en su libro de visitas que hizo grande Italia y que le echan de menos.
En Rimini, por supuesto, no había ni rastro de ellos, como por fortuna, en ninguno de los otros lugares de por aquí. En Rimini nació Federico Fellini. Pero es difícil de adivinar si no te lo dijeran. Apenas unas imágenes pintadas en unas calles cerca del mar te lo indican. La Strada, La Dolce Vita, Amarcord... adornan algunos bares. Pero no hay un museo ni una tienda de souvenirs. Cosa que si sucede cerca de la tumba del dictador, donde existe una tienda en la que puedes comprar pósters, camisetas y banderas.
Pero los italianos, como digo, viven ajenos a todo eso entre piadine y bruschette. Y bien que hacen. Porque a parte de lo dicho, nada por aquí denota la violencia y el horror de tiempos pasados. Sino todo lo contrario: todo es luz y vitalidad. No sé si es la mirada de un turista, en definitiva, pero el caso es que, a falta de museos, no veo más que viejas, monjas, gordas y extranjeras salidas de películas de Fellini mire donde mire y no puedo parar de sonreír.

18 de agosto de 2010

PROYECCIONES

"Los sueños nos parecen reales mientras los tenemos. Sólo cuando nos despertamos nos damos cuenta de que algo no cuadra" (Inception, Christopher Nolan)

WARNER
1. Esperando en la cola del cine, una pareja de argentinos de unos treinta años se coloca justo detrás de mí. Ella es morena, de pelo rizado y tan gruesa como se lo permite el vestido rojo en el que va embutida. Él lleva grandes gafas de pasta, un polo oscuro y tejanos. Va sin afeitar. No se ha peinado (o lo disimula muy bien) y mueve mucho las manos al hablar.
Y sí... Si yo a veces veo una película y pienso que estaría más buena en la versión original acepta ella.
Pues sí. Es importante escuchar las voces de los actores.
Pero en España es así. Lo siento. Tendrás que acostumbrarte.
Echo de menos Buenos Aires.
Debe de haber cines en versión original... En Madrid había, ¿te acordás? Si tanto te molesta el doblaje, buscá uno de esos cines y andate.
Dicen que todos los personajes que aparecen en un sueño son proyecciones de uno mismo.

2. Me siento exactamente en la butaca que marca mi entrada. Las luces están todavía encendidas. La pantalla está en blanco. No hay mucha gente, se escucha incluso el aire acondicionado. Tengo la piel de gallina. Me arrepiento de haber aceptado hielo en la coca-cola. Tengo tanto frío que deseo que fuera invierno para que pusieran la calefacción. Una pareja joven se sienta detrás; rondan los veinte años. Él es alto, rubio, de cuerpo atlético y depilado. Ella es hermosa, morena, ojos verdes muy maquillados. En este caso, empieza él:
¿Para qué ir al cine sino? Tienes una pantalla enorme y el sonido surround y luego está todo el rollo ese del 3D.
A mí me gustan las buenas historias- comenta ella con timidez.
Venir al cine vale la pena si la película está llena de efectos especiales porque aquí es donde se puede disfrutar en todo su esplendor. Para ver una película en la que solo se habla, yo no pago siete euros. Para eso la bajo de internet y la vemos en casa.
Sé que no estoy soñando porque tengo el móvil en la mano: un objeto que no toca nadie excepto yo, y que sólo yo sé que forma tiene y su peso exacto. Sin embargo, juraría que estoy rodeado de mis propias proyecciones.

3. Todavía no han empezado los tráilers y ya casi me he terminado las palomitas. Una pareja madura de unos cincuenta años mira sus entradas al principio de la fila. Él lleva una camisa hawaiana y peina algunas canas. Ella lleva falda y joyas y huele a colonia de marca. Entran por la fila de delante, atraviesan todo el pasillo frente a mí, vuelven a entrar a mi fila pero por el otro lado y se acercan hasta sentarse justo a mi izquierda. Él no está satisfecho:
No sé qué entiende la taquillera por "más o menos en el medio".
¿Y de qué va esta película que me has traído a ver?
Pues no sé... Así de intriga...
Ah.
Es que no había nada más.
Bueno, estaba esa de Toy Story...
Ya pero...
¿Y quién sale en la película?
Pues el Leonardo DiCaprio.
No me gustan las películas del Leonardo DiCaprio.
¡Claro que te gustan las películas del Leonardo DiCaprio!
¡Que no! ¿Te acuerdas aquella que vimos? La de Guns & Roses, no me gustó nada.
¿Guns & Roses?
Sí, esa de Nueva York... ¿Y quién más sale?
Pues no sé, más así famosos.
No sé para qué te hago caso...
Y empieza la película. A lo mejor os parece normal. Al fin y al cabo, son conversaciones muy cotidianas. El caso es que no pude evitar salir del cine todavía pensando en todas esas parejas. No fueron proyecciones, pero podían serlo. Y si hubiera sido un sueño, ¿qué significaría?

7 de agosto de 2010

DO YOU SPEAK ENGLISH?

¡Por fin! Ya he aprobado el Advanced Certificate of English cuyas pruebas realicé hace un mes. Y aunque ahora todo el mundo me dice que sabía que aprobaría, yo tenía ciertas dudas. Y por eso, para celebrarlo más allá de los saltos que di en la soledad de mi spanish comedor, voy a contaros tres anécdotas de mis desventuras en lengua inglesa. Algunas veces utilizar un idioma que no dominas te hace decir frases que nunca hubieras dicho de esa manera en tu propia lengua, en la que puedes elegir mejor las palabras... Aquí están mis frases, dignas como para hacer camisetas.


1. Excuse me, a man stole my little bag.
Viajé a París con dos parejas. Originalmente, iba a ir otro chico más... pero eso es otra historia. El caso es que lo pasé muy bien principalmente porque una de las parejas entró en crisis durante el viaje. Quiero decir que así el grupo resultó más abierto y las noches más entretenidas con las discusiones. París: la ciudad del amor; es decir, que tú vas y todo el amor se queda allí y no vuelve. La última noche, las chicas decidieron que debíamos ir a dormir al aeropuerto ya que nuestro vuelo salía demasiado temprano y no querían levantarse con prisas. En cambio, los chicos, menos precavidos, decidieron que preferían dormir en el hotel que se estaba más cómodo. El asunto provocó cierta polémica hasta el punto en que las chicas marcharon al aeropuerto y nosotros nos quedamos en el hotel. Pero los chicos somos calzonazos por naturaleza y, tras media hora de soledad en la habitación de hotel y una conversación acerca de las caras largas que les esperaban al día siguiente, en un arrebato de locura, iniciamos una carrera desenfrenada por las calles de París con maletas incluidas como no recuerdo otra. Cogimos el último metro y después el último tren al aeropuerto, empujando peatones y saltando escaleras de diez en diez. ¡Pero lo conseguimos! Nos reunimos con las chicas y el reencuentro fue emotivo. Sin embargo, entre tantas prisas... ¡había perdido la cartera! ¿Qué podía hacer? Tenía que coger un vuelo al día siguiente y necesitaba mi DNI. Era muy tarde por la noche y fui con Marta a la comisaría de policía del aeropuerto. Allí no hablaban español y el único francés que yo sabía era: croissant, Tour Eiffel, soufflé y brasserie. Así que decidí inventarme que me habían robado la cartera para facilitar las cosas y explicarlo en inglés. Pero como no sabía decir cartera (wallet), lo que dije fue: "EXCUSE ME, A MAN STOLE MY LITTLE BAG". Milagrosamente, ayudado de mímica, me hice entender y pude hacer la denuncia y coger el vuelo. Meses después recibí la cartera por correo, con documentación y dinero incluidos. Increíble.

2. In a healthy way. 
Viviendo en Londres, hablaba poco en inglés. Estaba rodeado de españoles y hasta que no empecé a conocer algún chico y trabajar en el hotel, fue imposible. Por suerte, Edward me daba alguna clase de inglés ya que él estaba estudiando para ser profesor para extranjeros y nos iba bien a los dos. Un día estábamos en casa de Ed en el salón, creo que Raquel, María, Camila, Anna y Borja y charlábamos de qué poner en nuestros currículum, ya que cuando buscas trabajo siendo extranjero tienes que venderte mucho mejor. Y bromeábamos acerca de cómo sonaba de raro en la presentación eso de "me gustan los niños" para trabajos de monitor o educador y nos planteábamos si ocurría lo mismo en inglés. En eso que llegó Ed, me escuchó hablar y me pregunto: "Do you like children?". A lo que yo respondí sin dudarlo un segundo: "IN A HEALTHY WAY". La cara de Ed fue un poema y todos se partieron de risa.

3. Don't follow me and stop touching yourself! 
Tuvimos suerte aquel verano, ya que todos conseguimos trabajo. Supongo que hoy en día ya no sería tan fácil. Yo trabajaba en un hotel cerca de Earls Court Road en South Kensington. Hacía el turno de noche en la recepción, así que llegaba a casa sobre las ocho de la mañana y sin dormir. No sé si alguna vez habéis trabajado de noche, pero la sensación es muy parecida a cuando padeces insomnio: nada parece real. Como decían en El Club de la Lucha: "Todo parece una copia de una copia de una copia...". Una mañana volvía a casa y llovía. Londres es igual a lluvia; yo soy igual a ir sin paraguas, aquí y en la China popular. Así que recuerdo mi camino hacia Idminston Street mojándome como de costumbre cuando la lluvia empezó a apretar y yo estaba tan cansado que ni siquiera me puse a correr. Aquella noche un nuevo compañero de piso búlgaro venía a vivir con nosotros (otra larga historia, estos búlgaros). Ya me chorreaba toda la ropa cuando una voz masculina me gritó desde lejos. ¿Sería el nuevo compañero de piso? Mi mente insomne era incapaz de pensar con claridad. Era imposible que fuera mi nuevo compañero de piso ya que ni siquiera nos habíamos visto todavía. Y sin embargo esperé al tipo del paraguas negro acercarse hasta mí y protegerme de la lluvia.
Hi.
Hello.
Where are you going?
Home.
Demasiadas frases tarde, mi cerebro empezó a funcionar. Era un completo desconocido. Me preguntó: "May I come with you?", justo cuando mi ojos percibieron que con la mano que no sostenía el paraguas estaba acariciándose su erecto pene por encima del pantalón. ¡Desperté! De un saltó hacia atrás metí los dos pies en un charco. La lluvia era torrencial. El tipo se acercó a mí sonriente. Le dije: "No, no". Empecé a caminar y el tipo seguía detrás de mí suplicándome y tocándose. En ese momento, me giré y le grité agresivo: "DON'T FOLLOW ME AND STOP TOUCHING YOURSELF!". Y me fui corriendo a casa. No me siguió y nunca lo volví a ver.