28 de marzo de 2010

DÍAS MUNDIALES

Los días no son mundiales son... diarios. Acojonante reflexión, ¿no creen? El mundo es un enorme pedazo de tierra, materia física que gira sin rumbo perdida por el universo. Un día es una unidad de tiempo inventada por el hombre para calcular cuánto falta para que lleguen las vacaciones. Nada que ver. De esta manera, un día puede ser largo, corto, lento, rápido pero, por definición, no puede ser nunca mundial. Todo esto, claro, bajo mi lamentable punto de vista. Hoy me he levantado aristótelico. Aclarado esto...
Ayer fue el día mundial del teatro. ¿Qué demonios significará eso?


Yo soy actor. Eso me decían en la escuela de interpretación. Pero no tenía ni idea de que el 27 de marzo era el día del teatro. De hecho recordaba vagamente que tal día mundial existiera. Ni siquiera me hubiera enterado si no llego a leer en el muro del facebook de Lorelaidebandai Que Guay una felicitación para todos los actorcillos. Ayer tenía intención de ir al cine. Pero me llamó Marc y fuimos a esa especie de rellano enfrente del Teatro Romea donde se ve que hay un monumento a Margarida Xirgu. Daban entradas gratis para el teatro y actuaban unos compañeros: Els Xerraires (no os perdáis su espectáculo del Teatre del Raval). Lo peor de los actores es que al teatro preferimos ir sin pagar.
Que exista un día mundial del teatro es en parte un signo de decadencia. Hay el día mundial del cáncer de mama, el día mundial contra el sida, el día mundial de la paz, del agua, del pueblo gitano... Y así tantos días mundiales como injusticias, luchas y tristezas se os ocurran. Que exista un día mundial del teatro poco dice en su favor.
El caso es que fuimos allí y no tenían ni un triste escenario, los pobres. Habían acudido estudiantes de interpretación convocados por la organización disfrazados de romanos. Todavía me pregunto el motivo. Salió la Lloll con unas grandes gafas de sol, sonriendo mucho y presentó a Mario Gas haciendo una especie de chiste con su apellido. Mario Gas se lamentó de cosas durante más minutos de los que uno tarda en mirar su reloj. Dijo algo sobre la dignidad de la profesión mientras yo miraba el calzoncillo rojo del actor disfrazado de romano que aplaudía delante de mí. Había bastantes medios de comunicación. Me pase toda la tarde esquivando las cámaras, tonto yo. Y cuando salieron Els Xerrarires, fallaron los micrófonos. No hay cosa que me haga sufrir más que eso, sobretodo si el que está en escena es un amigo.
Afortunadamente, las entradas que nos tocaron fueron para una obra excelente: Un Déu Salvatge de Yasmina Reza. Estupenda. Un gran montaje. Bien interpretado y muy bien escrito. Y es que yo, aunque no lo parezca, soy bastante optimista frente al panorama teatral. Siempre tenemos varios montajes recomendables en la ciudad al mismo tiempo, incluyendo teatros grandes y pequeños. Lo que pasa es que hay que saber escoger. De ahí que lo del día mundial del teatro me dé cierta pereza porque, cuando te encuentras con una buena obra, es evidente que no necesita la compasión de nadie; y menos cuando el supuesto homenaje no está ni siquiera a la altura.

23 de marzo de 2010

BIEN, NORMAL

"Manteneos locos, pero comportaos como personas normales" (Paulo Coelho)

De un amigo he cogido un vicio; cuando me preguntan cómo estoy, respondo: "Normal". Es divertido. En mi barrio, los chicos somos hijos de padres ausentes y las chicas, de madres protectoras. Los padres que no están (sea física o emocionalmente) son fáciles de decepcionar. Un niño piensa que si su padre no le hace caso o no le quiere es por su culpa. Por eso, el poco rato que puedas llegar a compartir con él, más te vale ser un hijo de los que no causa problemas. Bastante tienen ellos con trabajar para mantenernos, pagar la casa, las facturas y sacarnos adelante. "¿Qué tal hoy en el trabajo?", pregunta una madre a su marido. "Normal".
Los padres de mi barrio son tipos duros. Se les nota en las manos que han trabajado toda la vida. Y como son hombres, son fuertes y valientes. Han sufrido mucho para darte todo lo que tienes. Y la mejor manera de pagarles tal deuda vitalicia es agradecerles el sudor de su frente tomándolos como modelo. Soy un hombre y como tal expresaré mi enfado, mi indiferencia o mi euforia cuando sea necesario; pero nada más. No están permitidas muestras de debilidad tales como el llanto, la tristeza, la sensibilidad o el cariño.
Es fácil en mi barrio ver a un chico y saber si su padre le ha dado alguna vez un beso de buenas noches. Se encuentran dos amigos, dos buenos amigos, en el bar de la esquina y si no hay fútbol en televisión no saben qué decirse.
¿Qué tal todo, nen?
Normal.
Un buen hijo saca sus estudios o se pone a trabajar. Se paga sus copas. Conduce borracho, pero devuelve el coche intacto a la mañana siguiente. No se queja acerca de sus carencias afectivas. No muestra demasiado entusiasmo. No habla nunca de sus novias. De sus novios, mejor ni pensarlo. Nunca le pide dinero ni permiso a papá; para eso tiene a su madre. No espera mucho de la vida. Se confunde con el color de las paredes. Y no crítica, agradece. Tiene suerte de tener los padres que tiene y de haber crecido en una familia normal. Aprendida la lección, el buen hijo de una familia normal no tiene otra opción que sentirse como tal.
Yo, que poco a poco algo he aprendido, hoy estoy mejor. Gracias por leer. Me hacéis sentir: bien, normal.

15 de marzo de 2010

CUANDO CREO ESCUCHAR MI NOMBRE

"Para quien tiene miedo, todo son ruidos" (Sófocles)


Hoy tengo uno de esos días en que creo que la gente me llama por la calle. Mi nombre es corto, pero puede resumirse incluso más. Mi nombre es una A acompañada de tres letras. Hay días como hoy que escucho mi nombre en todas partes, cada vez que alguien dice una A acentuada. No pondré ejemplos. Estoy tranquilamente caminando y de repente me sobresalto creyendo que alguien me está llamando. Me giro y veo a ese alguien hablando tranquilamente con otra persona. Y no se dirige a mí.

Me consta que algunas personas van a los sitios por el camino más largo para no encontrarse a nadie conocido. Algunas personas evitan ir a restaurantes por miedo a que la comida les siente mal y les haga vomitar en público. Hay gente que no va a trabajar en los días de lluvia porque temen que les caiga un rayo. Y quien tiene miedo a que le persigan y le peguen. Yo escucho mi nombre y me asusto, aunque nadie en realidad me nombra.

En el trabajo, tomo nota de los pedidos sin pensar, sin escuchar, sin sentir nada. Con la mente en blanco. Como si la voz del cliente me traspasara y fuera directamente a mis dedos sin importarle que son míos. Grabo los pedidos como quien respira cuando duerme. Y de pronto, creo escuchar mi nombre en boca de un compañero. Pero no se dirige a mí. No ha dicho mi nombre. En ese momento me doy cuenta de que he escrito todos los signos de las graduaciones al revés y el cliente ya ha colgado.

Últimamente vuelvo a estar muy ocupado. Hago muchas cosas, vivo poco. No presto atención. Vuelvo a tener miedo. Y estoy nervioso y todo el mundo se mueve deprisa a mi alrededor. Nadie me hace caso, me siento respirar. Es como si el mundo girara sólo bajo mis pies. Desayuno solo. Como solo. Leo un diario gratuito. He vuelto a pensar en la muerte. Y sufro. Tengo angustia. Me sudan las manos. En ese momento, no escucho a nadie decir mi nombre.

En algún libro viejo leí que en todo miedo reside en parte un deseo. Últimamente vuelvo a sentirme solo.

5 de marzo de 2010

AL SABOR DE UN POST



En la máquina de café del office de mi empresa (mi empresa digo, ni que fuera mía) pone: "Bebida al gusto de chocolate". Por aquí me dicen que soy demasiado filósofo (no sé qué querran decir con eso) pero, ¿no creen ustedes que no es lo mismo beber chocolate que tomarse una bebida al gusto de chocolate? Es más, ¿no creen que suena horrible? Yo llevo días comprando el líquido éste con sabor a chocolate y no me había fijado en el letrero hasta hoy. Mi primera impresión es que la información es incompleta. Puestos a especificar creo que deberían indicarnos que se trata de una bebida al gusto de chocolate, al olor de chocolate y al color de chocolate. Por otro lado, me llama la atención la honestidad brutal por parte de la empresa fabricante de máquinas de café a la hora de reconocer: "Vale, parece chocolate... sólo lo parece". Sería un buen slogan.

No sé si me explico. Quizás sí estoy siendo demasiado filósofo como dicen mis compañeros. (Me hace gracia esa expresión, de todas formas. ¿Se imaginan ser demasiado teleoperador, demasiado albañil, demasiado bombero?) El caso es que en la máquina de café también pone: "Bebida al gusto de té al limón". Y lo peor de todo: "Bebida al gusto de leche dulce". Claro. ¿Para qué queremos las vacas y su anticuada leche cuándo podemos fabricar un líquido con sabor a leche dulce? ¿Estoy desvariando? Avísenme y paro, por favor.

A veces me sorprendo de cosas que para el resto de las personas no tiene la menor importancia. Eso es en parte porque soy un poco marciano, en parte porque soy más lento que la mayoría, en parte porque me aburro. El caso es que, por un lado, desde que he leído el letrerito, siento un extraño ronroneo en el estómago... por decirlo finamente. Pero lo sorprendente es que el resto de cafés de esta máquina inusualmente honesta no són bebidas al sabor de café, sino que son simplemente café (según los letreros).

Es decir que la única bebida que lleva propiamente su nombre es la bebida que menos sabe a sí misma. Será café si ellos lo dicen, pero os aseguro que parece otra cosa. Y puestos a especificar, creo que deberían poner en el letrero: "Café sin gusto de café". Sería lo propio.

Tengo la sensación que últimamente sólo escribo sobre tonterías. Será que mi vida se ha vuelto un poco tonta...