31 de enero de 2010

SINESTESIA

"En el cénit azul, una caricia rosa" (Juan Ramón Jiménez)

Mi compañero de trabajo gris me echa una mirada de soledad sonora. Sus ojos azul chillón me conducen a la pantalla de su ordenador. Como cada mañana, buscamos en internet ofertas de trabajo con sabor a sueños diluidos. Las comentamos. Hay muchas empresas en las que por las mismas horas, cobraríamos más.

Le dije a mi jefa que me subiera a 30 horas. Necesito el dinero. Pero a mi empresa, por lo visto, no le importa demasiado lo que yo necesite. Le pedí hacer esas horas en otro servicio. Su respuesta ha sido un amplio silencio azul corporativo.

Han cambiado las jergas de los tipos de lentes que tenemos en oferta porque a los del departamento de marketing les pagan para que tengan ideas palpables. Así que ahora nos cuesta más entendernos con los clientes lo cual no tiene demasiada importancia siempre que no dejen de comprar nuestros productos. Yo, que ni tengo ambición ni soy un tiburón de las finanzas, puedo decir sin miedo que las posibles pérdidas de mi empresa me sudan la polla por delante y por detrás, como diría Pepe Rubianes. Saben a miel las palabrotas a veces.

Para sobrevivir en el mundo laboral hay que hacer oídos ciegos y estar sordo de los ojos. Yo de momento, ni vivo ni muero, así que debo estar haciéndolo bien. Por eso me da igual cuando me explican que han abierto una sucursal en Tailandia en la que fabrican lentes sin parar veinticuatro horas al día, todos los días del año. Pero cuando salgo de trabajar y me voy a casa, en el metro escucho el sabor de mi propio llanto, huelo el color de mi fracaso, pruebo el aroma de mi frustración. Y cuando me meto en la cama, un frío amargo me mece y sueño con el suave silbido de las mentiras. Ahora cada pedido me sabe a fábrica de esclavos.

Afortunadamente, llega el viernes y los silencios son de oro. Voy a al British Council a mi clase semanal de preparación para el Advanced Certificate. Y mientras espero a que llegue la teacher, meo en el toilet de 600 euros por trimestre y la tristeza se ha teñido de una melodía de trompeta. Y aunque la tarde siga siendo de cristales, sábado y domingo son risas y aplausos en el teatro. Y son la visita de Álex. Y son mi sueño. Y son mi vida. Y, entonces, el color de la semana ya no apesta. Es todo una anécdota y mi sonrisa vuelve a tener sentido. Y la vida es rosa.

11 de enero de 2010

OPENING NIGHT

"El teatro es infinitamente fascinante porque es tan accidental como la vida" (Arthur Miller)

PAULICK
El horroroso politono de mi móvil me despertó la mañana del estreno. Era Noe diciéndome que la madre de Miquel estaba en el hospital y que no iba a poder venir a hacer de técnico de la obra. Así empezó mi día.

Sin salir de la cama, me puse a hacer llamadas de teléfono. Parecía un mafioso. Llamé a Marc para contárselo. Estaba en el bus turístico, trabajando. Hablamos sobre qué hacer. Necesitábamos a alguien que hubiera sido técnico alguna vez y que estuviera disponible esa misma tarde para explicarle la obra, hacer un par de pases de luces y manejar la iluminación y el sonido durante la función sin haberla visto nunca. No había mucho tiempo. No sé por qué pero uno, con los años, se acostumbra a que pasen cosas así en el mundo del teatro. Sobretodo el día del estreno. Así que cogí el ordenador portatil y me lo puse sobre mis rodillas. Me conecté a internet. Siempre que necesito ayuda, hago lo mismo: miro quién hay en el messenger. Contacté con Carles para preguntarle por Sergio o Germán (posibles técnicos) pero los dos viven actualmente en el sur. Muy normal; nunca necesitas un técnico y el día que lo necesitas se ha ido a vivir a Andalucía.

Después miré la lista de reservas y se me ocurrió que uno de los que iban a venir había sido técnico para otras compañías: Jandro Romero. Le llamé y no respondía el teléfono. Llamé a Vanessa. Me dijo que probablemente estaba durmiendo porque quizás su novia había tenido guardia en el hospital la noche anterior. Le volví a llamar y seguía sin contestar. Hablé con Torres por el messenger. Me dijo: "Pues qué mala suerte quedarse sin técnico justo la noche de las celebrities", que es como llama él al estreno. Me levanté. Desayuné un plato de cereales. Me vestí. Me llamó Chándal diciéndome que le acompañe a vaciar el maletero de su coche para que podamos meter mejor la escenografía. Me puse la chaqueta. Salí de casa.

Piqué a Chándal en su nuevo piso de soltero. Subimos al coche. Lo aparcamos al lado de su casa. Sacamos del maletero una mini-cadena vieja, una botella de Coca-cola, una botella de Fanta, un Monopoly edición de bolsillo, una botella de vodka y vasos de plástico. Lo guardamos en su casa. Le dije: "No tenemos técnico". Chándal dijo: "¿Puedo hacerlo yo?" y entramos al coche. Pero el coche no arrancaba. Chándal lo intentó varias veces. No había manera. Levantamos el capó. Tocamos tubos del motor al azar. No arrancaba. Chándal me dijo que buscara otro coche por si acaso. Eran las dos de la tarde y no tenía ni técnico ni coche.

En ese momento, pasó un jubilado a nuestro lado: "¿Tenéis problemas con el motor? Eso deben ser las bujías. Esperad aquí que voy a casa a por unas herramientas y os ayudo". Entonces, me sonó el móvil. Era Jandro: "Torres me ha picado y me ha despertado. Me ha contado lo del técnico. Yo puedo hacerlo, no hay problema". Me fui a casa. Dejé a Chándal con el jubilado. Me reuní con Marc. Comimos un frankfurt y medio que compramos en el bar de abajo. Y me llamó Chándal: "El coche ya funciona. Lo ha arreglado el señor jubilado".

Horas después, el público nos aplaudía. Es curioso pensar que, en un día así, que la obra salga bien o mal es lo de menos. El aplauso parece premiar simplemente que la obra haya podido hacerse. Pero más curioso aún es que luego lo recuerdas simplemente como un estreno más. Todos los imprevistos, al final, forman parte del oficio.

(Gracias a Carles, Gabriel y Chándal por ofrecerse para hacernos de técnico si no conseguíamos a nadie. Gracias a Víctor por ofrecer su coche. Gracias al señor jubilado por arreglar el coche de Chándal. Y un afectuoso abrazo a Noe y Miquel que han pasado un fin de semana chunguillo)

7 de enero de 2010

APOCATÓMBESIS

"¡Ha llegado el Apocatómbesis! Ya nada volverá a ser como antes y, sin embargo, seguimos siendo los mismos" (Dr. Zokolov, Apocatómbesis)

PAULICK
Estábamos en un Starbucks de Londres cuando le dije a Marc que quería que escribiéramos una comedia sobre el fin del mundo. Estábamos a punto de entrar a ver El Mercader de Venecia en el Shakespeare's Globe. Cogí una servilleta y empezamos a apuntar posibles escenas e ideas sueltas. Puede que fuera así. O puede que en vez de servilleta fuera una de mis libretas. Puede que no fuera un Starbucks o puede que fuera otro día. El caso es que de eso hace más de dos años. Recuerdo escribir la primera escena por las noches trabajando en el Hotel de Londres. Y pensar gags en el autobús 62 de Glasgow. Recuerdo enseñar los primeros diálogos a Álex en nuestro piso de Earl Street. Y después, el embarazo de Ainhoa, el disco de Pia. Los ensayos en Barcelona. Y luego los preestrenos. Y este sábado, por fin, estrenamos. ¡Y qué vértigo! Tanto tiempo, tantas cosas.

Estoy lleno de ilusión y, al mismo tiempo, muerto de nervios. Quiero que os guste. Quiero que os riáis un montón. Quiero que tengáis de que hablar al salir del teatro. Después de un trabajo tan largo, con tantas etapas, sólo espero que disfrutéis al menos tanto como nosotros hemos disfrutado durante todo el proceso y, a partir de ahora, encima del escenario. Os espero en...

ANTIC TEATRE RIERETA
C/ Reina Amalia, 3. (Metro St. Antoni)
El próximo fin de semana 9 y 10 de enero.
Y después: todos los sábados (22h) y domingos (20h) desde el 23 de enero hasta el 7 de febrero.
Reservas en www.atrapalo.com o me lo decís a mí y os apunto en lista.
El tráiler aquí: www.youtube.com/clavalacalva
Os espero a todos. Muchas gracias porque sin vosotros hacer obras de teatro no tendría sentido.